Ese
precioso y frágil reducto natural que compartimos entre Ribarroja y
Villamarchante, en el que Porchinos es el eje al oeste del cual están las
Rodanas y el pico del Águila, y al este, la Selleta, Llidona y Yesares, no
ofrece precisamente silencio; está rodeado de demasiada gente para ello. Desde
buena mañana y hasta muy tarde, el ruido de fábricas, canteras, pozos,
tractores, coches, camiones, aviones, forman una algarabía que sólo cesó
aquellos meses infaustos en que la pandemia pareció agarrotar la vida; la
agarrotó realmente.
Quizá
por eso no me desagrada ahora como me desagradaba antes. Es la música prosaica
y desafinada del trabajo humano. La asumo y la comprendo. Si quiero silencio en
el monte no lo tengo muy lejos, pero desde luego por aquí no.
Sin embargo
los espectáculos que ofrecen sus humildes cimas son, a menudo, maravillosos,
sobre todo al salir el sol sobre el mar, o al ponerse tras la sierra de Chiva.
Esta
misma mañana veía amanecer desde una de las muchas rocas que destacan sobre el
pinar. En el cielo, totalmente limpio, brillaba la luna en cuarto menguante que
descendía hacia poniente, buscando el horizonte malva y rosa. Por el este, el
sol se elevaba sobre un mar brumoso, tiñendo la ciudad, de la que destacaban
las grúas del puerto, de un rojo extraño, convirtiendo el paisaje en algo casi
irreal.
Sí, es
cierto que no había silencio, pero la contemplación del espectáculo hacía
olvidar la áspera música del trabajo humano. Y allí, sentado en la roca,
resguardado del frío, esperando los primeros rayos del sol, me ha venido a la
cabeza, como otras veces, este himno de la Liturgia de las horas.
Comienzan
los relojes
a
maquinar sus prisas;
y
miramos el mundo.
Comienza
un nuevo día.
Comienzan
las preguntas,
la
intensidad, la vida;
se
cruzan los horarios.
Qué
red, qué algarabía.
Más
tú, Señor, ahora
eres
calma infinita.
Todo
el tiempo está en ti
como
una gavilla.
Rezamos,
te alabamos,
porque
existes, avisas;
porque
anoche en el aire
tus
astros se movían.
Y
ahora toda la luz
se
posó en nuestra orilla.
Amén.
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