FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

lunes, 25 de octubre de 2021

Comienzan los relojes a maquinar sus prisas.

Ese precioso y frágil reducto natural que compartimos entre Ribarroja y Villamarchante, en el que Porchinos es el eje al oeste del cual están las Rodanas y el pico del Águila, y al este, la Selleta, Llidona y Yesares, no ofrece precisamente silencio; está rodeado de demasiada gente para ello. Desde buena mañana y hasta muy tarde, el ruido de fábricas, canteras, pozos, tractores, coches, camiones, aviones, forman una algarabía que sólo cesó aquellos meses infaustos en que la pandemia pareció agarrotar la vida; la agarrotó realmente.

Quizá por eso no me desagrada ahora como me desagradaba antes. Es la música prosaica y desafinada del trabajo humano. La asumo y la comprendo. Si quiero silencio en el monte no lo tengo muy lejos, pero desde luego por aquí no.

Sin embargo los espectáculos que ofrecen sus humildes cimas son, a menudo, maravillosos, sobre todo al salir el sol sobre el mar, o al ponerse tras la sierra de Chiva.

Esta misma mañana veía amanecer desde una de las muchas rocas que destacan sobre el pinar. En el cielo, totalmente limpio, brillaba la luna en cuarto menguante que descendía hacia poniente, buscando el horizonte malva y rosa. Por el este, el sol se elevaba sobre un mar brumoso, tiñendo la ciudad, de la que destacaban las grúas del puerto, de un rojo extraño, convirtiendo el paisaje en algo casi irreal.

Sí, es cierto que no había silencio, pero la contemplación del espectáculo hacía olvidar la áspera música del trabajo humano. Y allí, sentado en la roca, resguardado del frío, esperando los primeros rayos del sol, me ha venido a la cabeza, como otras veces, este himno de la Liturgia de las horas.

 

Comienzan los relojes

a maquinar sus prisas;

y miramos el mundo.

Comienza un nuevo día.

 

Comienzan las preguntas,

la intensidad, la vida;

se cruzan los horarios.

Qué red, qué algarabía.

 

Más tú, Señor, ahora

eres calma infinita.

Todo el tiempo está en ti

como una gavilla.

 

Rezamos, te alabamos,

porque existes, avisas;

porque anoche en el aire

tus astros se movían.

 

Y ahora toda la luz

se posó en nuestra orilla.

 

Amén.












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