El camino que anduviste,
el puente que cruzaste,
la barca que te llevó a la otra orilla,
la puerta que franqueaste,
son pasado.
Has llegado.
Quién sabe dónde,
ni para qué,
ni para cuánto tiempo,
pero has llegado.
El camino,
el puente,
la barca,
la puerta,
han quedado atrás.
Y quizá los olvides para siempre,
o quizá no,
y siempre los recuerdes con cariño y gratitud,
habiendo comprendido que sin ellos
no estarías donde estás.
Pero esto da igual.
Porque el camino, ya perdido en la maleza,
el puente, cansado del río,
la barca varada en la orilla,
la puerta ya desvencijada,
seguirán teniendo pleno sentido.
Pues más allá de la memoria
o del olvido,
más allá del reconocimiento
o del desprecio,
haber sido para otros
camino,
puente,
barca,
puerta,
justifica plenamente una vida.
J.Q.S.
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