FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

martes, 23 de noviembre de 2021

La evidencia no evidente.

Esto  serrrr cerebrro de niño deglutido por sistema educativo.

Tengo amigos, no pocos, que trabajan en educación, y cuando quedamos, con mucha frecuencia los temas de conversación derivan inevitablemente hacia temas relacionados con tan hermosa, y hoy triste, vocación. Yo escucho con una sensación extraña, como debe tenerla un torero desde la barrera o un futbolista en el banquillo, cuando ya han dejado atrás ruedos y estadios.

Pero en mi caso, a la sensación de liberación a la vez que de nostalgia, se une la de la indignación. Lo que me cuentan me enfada y me da muchísima rabia. Me he anotado algunas lindezas para ir comentándolas en el blog. La de hoy voy a llamarle la evidencia no evidente.

Me dicen que en los cursos, cursillos, cursetes y demás zarandajas a las que les hacen acudir, la mayoría más de adoctrinamiento que de utilidad, se repite, como un mantra, la expresión evidencia científica para subrayar la veracidad del  producto que les están vendiendo.

Dime de qué presumes y te diré de qué careces, dice el refrán. Y aquí encaja perfectamente. La pedagogía tiene muy poco de ciencia. Es en realidad filosofía, si uno es honesto y tiene sentido crítico, o en la mayoría de los casos, pura ideología disfrazada de ciencia.

Es inaceptable ampararse en supuestas evidencias científicas para elevar a la categoría de verdad indiscutible lo que no son más que dogmas de la ideología dominante.

Cierto es que las llamadas ciencias humanas disponen de una serie de herramientas para poderse autodenominar ciencias, pero pese a ellas, deben tener una gran humildad, pues su objeto de estudio está sujeto a tal cantidad de variables, a su vez sujetas a otras muchas variables, que llegar a conclusiones verdaderamente científicas es imposible.

Además, los intereses políticos y la ideología dominante, marcan estrictamente los límites en los que estas supuestas ciencias pueden moverse, con lo que nos alejamos más todavía de poder alcanzar evidencia científica alguna.

En todo lo relacionado con la pedagogía, contenidos educativos a impartir, el modo de hacerlo, el aprendizaje de las lenguas, la disciplina en el aula, las relaciones con las familias, la atención a la diversidad y otros muchos asuntos, no hay evidencia científica que diga cómo hay que hacer las cosas. No la hay.

Lo que sí hay es la filosofía del centro, (hasta donde le dejan tenerla y si la tiene) y sobre todo del profesor, más o menos determinada por la ideología oficial dominante y su propia personalidad y formación. Y lo demás son cuentos.

Cuentos que los voceros del sistema venden a las nuevas generaciones de docentes, ya previamente manipulados por un sistema educativo que tiene de todo menos de científico. Y tragan; ya los han preparado para que traguen.

Por eso, como el torero o el futbolista en la barrera o en el banquillo, me siento liberado, pese a la nostalgia, porque no sé cómo aguantaría tener que soportar en un cursillo absurdo y forzado a alguien que me dijera que una sandez de las de moda, políticamente correctísima, está avalada por evidencias científicas. Igual, levantándome de la silla le decía, métase su evidencia donde le quepa, y me largaba a hacer algo útil con mis alumnos. Y eso, evidentemente, me crearía problemas.

Estoy mejor como estoy.

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