FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

miércoles, 13 de abril de 2022

¿Por qué veo tantos animales en el monte?


Me han preguntado, a raíz de las últimas entradas, sobre los animales que veo en el monte; que cómo veo tantos. La pregunta me lleva a la siguiente reflexión.

Empezaré por responderla. Veo muchos animales porque hago justo lo contrario de lo que actualmente hace la mayoría cuando sale al campo.

Primero se trata de ir andando con cuidado, intentando no hacer mucho ruido; por supuesto que ni corriendo ni mucho menos en bici. En segundo lugar, solo o en grupos pequeños; no en grandes concentraciones inevitablemente ruidosas. En tercer lugar, en silencio; sobran los parloteos incesantes, los aparatitos sonoros y evidentemente los gritos. En cuarto lugar, con ropa discreta; ni brillos ni colorines chillones.

Os habréis apercibido, si habéis leído hasta aquí, que esta forma de andar por los montes no es la que está de moda. Lo normal ahora es ver gente corriendo, con sus mallitas multicolores, como si les persiguiera el mismísimo diablo; bicis reventando senderos y haciendo inevitablemente ruido; o grupos enormes de senderistas formando una caravana multicolor y escandalosa.

Cualquier bicho, grande o pequeño, huye despavorido ante semejantes agresiones a su entorno y a ellos mismos.

La cuestión de fondo, y esta es la reflexión, es qué busco yo cuando salgo al monte y qué es el monte para mí. Si lo que busco es encontrarme con la naturaleza y quizá, a través de ella, conmigo mismo, es una cosa; el monte será ante todo un lugar de contemplación y encuentro, lo que no excluye el esfuerzo físico, en ocasiones extremo. Si por el contrario, lo que busco es divertirme, entrenarme, mantenerme en forma y demás, será un parque de atracciones o un estadio.

Y no es que esto último en principio esté mal, ni mucho menos, pero tiene su precio. Al entrar en la naturaleza con intenciones ajenas a ella misma, nos encontraremos con una naturaleza diferente a la que encontraremos cuando nuestra intención sea sumergirnos en ella con el objetivo de ser, durante un tiempo, parte de ella. En el primer caso podíamos decir que “se defiende” de nosotros, se nos oculta; en el segundo, nos acoge, se nos ofrece.

Lo que ocurre también es que, al ser cada vez más masiva esta forma actual de acercarse a la naturaleza, mueve más y más dinero, y erosiona además la conciencia individual con el argumento de que lo hacen todos y somos muchos. Por eso, aunque el impacto sobre ella es a menudo devastador, la gran mayoría no tiene conciencia del daño que está haciendo, y además las autoridades no se atreven a ponerle el cascabel a un gato que ya no es un gato, es un tigre con un hambre insaciable. 

Y eso sí es malo. Malo y mucho más grave que no ver animales cuando sales al monte.

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