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Cervantes en el Quijote.

viernes, 9 de junio de 2017

Ignacio Echeverría y el minuto de silencio...


Ciertamente Ignacio Echeverría merece todos los homenajes que se le están haciendo y se le puedan hacer. Es un héroe, y su acto de valentía y extrema dignidad merece respeto y memoria.
Y ese respeto y esa memoria no deben quedarse solo en homenajes, medallas y concentraciones. Ha de ir mucho más allá, ha de obligarnos a ser coherentes y a exigir coherencia a nuestros gobernantes asumiendo los riesgos y costes de esa coherencia.
Esta coherencia nuestra la merecen tanto Ignacio como el resto de las víctimas y no sólo de este atentado sino de todos los atentados que estamos sufriendo durante demasiado tiempo.
Cuando en el partido de clasificación para el mundial de Rusia entre Australia y Arabia Saudí, en Adelaida, los jugadores de la selección árabe se negaron a guardar el minuto de silencio por las víctimas del último atentado de Londres, permaneciendo los del banquillo, sentados en él, ese partido no se tenía que haber jugado. Y eso es coherencia.
No condenar un crimen y no ponernos sin ambages de parte de la víctima nos hace cómplices de él. Si además la justificación es tan irritante y peregrina como que “es una señal de respeto a los muertos que no pertenece a la cultura saudí”, el haberse celebrado ese partido clama al cielo. 
Los muertos que no pertenecen a mi cultura no merecen respeto, siendo además miembros de mi cultura quien les ha quitado la vida. Esto es lo que dicen que han dicho. Al más puro estilo nazi. Y repito, se celebró el partido, y esa infame selección seguirá en el mundial. O sea que el fútbol sí es intercultural pero el derecho a la vida y a la libertad,no.
No señor, no. El fútbol no está por encima de los derechos humanos más básicos. Por eso digo que ese partido no se debería haber jugado. Y que pase lo que tenga que pasar. Ese sería el verdadero homenaje a Ignacio Echevarría y a todos los que han sido vil y cobardemente asesinados por la locura del terror.
Es una edad oscura la que nos amenaza y no podemos seguir con este juego tonto de indignaciones más o menos sentidas y solidarizaciones sin consecuencias. Y las consecuencias deben ir más allá del abucheo que se produjo en el estadio. Negarse a jugar con cómplices de asesinos sería un primer paso, un paso de gran dignidad y profunda coherencia. Y la FIFA, entonces, tendría que tomar decisiones. Y no podría decir que el fútbol no entiende de política, porque no estoy hablando de política, sino, y lo digo una vez más, del derecho a la vida y a la libertad de todos los seres humanos. Y eso sí que está por encima de la política, y del fútbol.
Sí, ése sí sería un verdadero homenaje. 

2 comentarios:

  1. Es algo triste y a la vez esperanzador. Un joven católico practicante defiende la vida con su muerte. Frente a tres musulmanes radicales que lo matan con una puñalada por la espalda...
    Ahí está la diferencia.

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  2. Sí, es cierto. Creo que a nadie se nos escapa esa luz en medio de la oscuridad. Una luz que reconforta y da esperanza.

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