FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

miércoles, 14 de junio de 2017

Por eso nos precipìta al vacío...


Que alguien sobre quien pesan veintitrés asesinatos, a sangre fría, de personas cuyo único “delito” era ser españoles, escriba sobre la violencia de género prologando un libro sobre el tema, resulta muy difícil de digerir.
Del ojo por ojo, que en casos como estos es lo que a muchos nos pide el cuerpo, a comulgar con ruedas de molino, que es lo que un hecho como éste nos exige, hay un abismo. Y en ese abismo caemos con angustia, como cuando durmiendo te despiertas sintiéndote caer al vacío, los que nos negamos a ambos extremos.
Los que nos negamos, a duras penas, porque no es fácil, a pagar el crimen con la misma moneda, porque creemos en la vida y en la libertad. Los que, precisamente por eso, no podemos asumir, por coherencia y dignidad, que nos hable de violencia quien ha hecho de la violencia su credo, generando un dolor tan hondo y tan grande, que exige al menos respeto y silencio.
Por democracia, y esta es su grandeza, hemos de asumir que Idoia López salga de la cárcel y se incorpore a la vida civil como una ciudadana con todos sus derechos. Pero lo menos que podíamos esperar es que lo hiciera en silencio, por respeto a esas veintitrés personas que asesinó, por respeto a la libertad truncada, por respeto a la democracia violentada.
La idea de encargarle a ella que escriba el prólogo de un libro sobre la violencia de género titulado El umbral del dolor me parece algo repugnante, y el hecho de aceptarlo un insulto a la razón, un desprecio a la democracia y una burla a las víctimas.
Por eso, ese prólogo, a muchos nos precipita al vacío. Perdemos pie. No hay asideros para las manos. Ni el ojo por ojo, ni el prólogo, diga lo que diga. Nos queda el vacío. La angustia del vacío, del sinsentido.
¿Que ha habido arrepentimiento? No lo sé. En cualquier caso no soy yo quién para juzgar tal extremo. Pero aún en el caso de que sí haya habido un hondo y sincero arrepentimiento, y precisamente por eso, pienso que sólo una vida de silencio y entrega a los demás podría iniciar en este mundo la redención que sólo Dios puede consumar.

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