Que alguien
sobre quien pesan veintitrés asesinatos, a sangre fría, de personas cuyo único
“delito” era ser españoles, escriba sobre la violencia de género prologando un
libro sobre el tema, resulta muy difícil de digerir.
Del
ojo por ojo, que en casos como estos es lo que a muchos nos pide el cuerpo, a
comulgar con ruedas de molino, que es lo que un hecho como éste nos exige, hay
un abismo. Y en ese abismo caemos con angustia, como cuando durmiendo te
despiertas sintiéndote caer al vacío, los que nos negamos a ambos extremos.
Los
que nos negamos, a duras penas, porque no es fácil, a pagar el crimen con la
misma moneda, porque creemos en la vida y en la libertad. Los que, precisamente
por eso, no podemos asumir, por coherencia y dignidad, que nos hable de
violencia quien ha hecho de la violencia su credo, generando un dolor tan hondo
y tan grande, que exige al menos respeto y silencio.
Por
democracia, y esta es su grandeza, hemos de asumir que Idoia López salga de la
cárcel y se incorpore a la vida civil como una ciudadana con todos sus
derechos. Pero lo menos que podíamos esperar es que lo hiciera en silencio, por
respeto a esas veintitrés personas que asesinó, por respeto a la libertad
truncada, por respeto a la democracia violentada.
La
idea de encargarle a ella que escriba el prólogo de un libro sobre la violencia
de género titulado El umbral del dolor me parece algo repugnante, y el hecho
de aceptarlo un insulto a la razón, un desprecio a la democracia y una burla a las
víctimas.
Por
eso, ese prólogo, a muchos nos precipita al vacío. Perdemos pie. No hay
asideros para las manos. Ni el ojo por ojo, ni el prólogo, diga lo que diga.
Nos queda el vacío. La angustia del vacío, del sinsentido.
¿Que
ha habido arrepentimiento? No lo sé. En cualquier caso no soy yo quién para
juzgar tal extremo. Pero aún en el caso de que sí haya habido un hondo y
sincero arrepentimiento, y precisamente por eso, pienso que sólo una vida de
silencio y entrega a los demás podría iniciar en este mundo la redención que
sólo Dios puede consumar.
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