FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

domingo, 21 de junio de 2020

El equilibrio imposible


No es motivo de alegría para mí haber salido del estado de alarma, sino de honda preocupación. Y la causa es muy clara; son cuestiones políticas y económicas, y no sanitarias, las que nos han llevado al momento en el que estamos.
Y no hace falta ser muy inteligente para saber que la política y la economía no tienen alma, y que nosotros, las personas, desde su perspectiva, no somos más que peones en un tablero de ajedrez.
¿Por qué digo esto? Porque hemos llegado al punto más siniestro y oscuro de esta tristísima historia. El equilibrio imposible entre salud y economía. Equilibrio al que los políticos llegarán, haciéndolo posible, con un factor corrector que nunca reconocerán, pero que existe.
Todos saben que es pronto para normalizar la situación por muchas distancias, mascarillas y geles hidroalcohólicos. Pronto para flexibilizar la movilidad, pronto para permitir muchas actividades culturales y de ocio, pronto para relanzar la hostelería, pronto para abrir fronteras…Pero es que la economía no puede seguir aguantando restricciones sin una quiebra total. Y eso también es verdad.
Entonces llega el factor corrector. Para alcanzar un equilibrio entre economía y salud hay que asumir un número de contagios y de muertes que imagino que estará más o menos calculado. Además, económicamente las muertes suponen un cierto desahogo, pues se producen mayoritariamente entre quienes consumen pero no producen. Y las que afectan a “ciudadanos productivos” son estadísticamente poco significativas; daños colaterales. Asumir esto es el factor corrector para lograr el equilibrio.
Soy consciente de la siniestra atrocidad de lo que acabo de decir, y quisiera pensar que es mentira, fruto de mi angustia, mi incertidumbre y mi malestar. Fruto de la desconfianza absoluta en nuestros políticos. Fruto quizá de la frustración de haber llegado a la jubilación para encontrarme con esto. No lo sé. Quisiera pensar que me estoy rayando, como dicen ahora.
Pero es la única explicación que encuentro a lo que está pasando. Y siento si a alguien, al leer esto, se le ha roto la burbuja de alegre inconsciencia en la que la estúpida nueva normalidad le había instalado. Lo siento, de verdad.
Porque sé que se vive mejor sin enterarse de lo que pasa, sin mirarle la cara al monstruo que acecha, metiendo la cabeza entre las plumas, para no ver qué ocurre alrededor. Se vive mejor sin pensar.

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