FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

jueves, 16 de junio de 2016

Cuidado con el Monte Perdido.

Es el Monte Perdido la más alta montaña calcárea de Europa y uno de los gigantes de los Pirineos. Desde su cima, de 3355 metros, el panorama es soberbio. Sus caras norte y sur, totalmente distintas, son majestuosas. Al este y al oeste, el Cilindro de Marboré y el Soum de Ramond parecen custodiarla como dos fieles y abnegados guardaespaldas.
La subí por primera vez, solo, el 28 de septiembre de 1980, para volver unos días después, el 2 de octubre, y pasar una jornada entera en su cima. No tuve más compañía que un profundo cielo azul de otoño y las montañas que me rodeaban. Era un día entre semana y nadie subió. El Monte Perdido fue solo mío durante más de ocho horas, hasta que el frío y un crepúsculo inolvidable me invitaron a regresar a la tienda que tenía montada junto al refugio de Góriz, a donde llegué ya de noche cerrada, feliz.
Luego he coronado su cima, ya acompañado, en otras cuatro ocasiones más, pero la he visto cientos de veces desde los valles que la rodean, o desde cercanas o lejanas cumbres. También la he descubierto andando por el Maestrazgo, o coronando el puerto de Paniza, de camino a Zaragoza. Y recuerdo también cómo la disfruté cuando, haciendo la “mili”, en unas maniobras por los desiertos de Aragón, la pude contemplar durante un rato al norte, resplandeciente de nieve, hasta que el polvo levantado por la artillería la ocultó. Fue como encontrarse con un viejo amigo que te entiende sin hablar.
Sí, el Monte Perdido es una gran montaña. Fácil de ascender por su vía normal, desde el lago Helado. Fácil pero muy, muy peligrosa si la canal que nos lleva directa del lago a la cima está nevada.
Y éste es el asunto que quiero tratar en esta entrada. Cuando la canal está nevada, llevar a esa montaña a principiantes, y mucho más si no van debidamente equipados, pienso que es una irresponsabilidad, una estupidez que puede costar muy cara. Se mata gente en los meses de junio y julio en el Monte Perdido.
En las montañas, el accidente es algo que puede suceder sin tú buscarlo. De ese riesgo, nadie que se adentra en ellas está libre. Pero ir a buscarlo poniendo a la gente en una situación que a todas luces le supera, ya lo he dicho, lo veo una irresponsabilidad y una estupidez.
Oigo demasiadas veces a gente decirme, por estas fechas, que se van al Monte Perdido. Y les pregunto,"¿pero tú haces montaña?" Y dicen, "no, pero voy con fulano que sí que va mucho". "¿Y os lleva al Monte Perdido?¿Ahora?"
Y es que, como he dicho, cuando no hay nieve se sube andando, sin ningún peligro. Con nieve, los Pirineos ofrecen otras alternativas más seguras e igual de interesantes y prestigiosas. Allí mismo, sin irse más lejos: el Marboré, los Picos de la Cascada, el Taillon…El mismo Aneto es menos peligroso.
Hay que dejar al Monte Perdido, cuando la canal está nevada, a quien tenga experiencia de montaña. Y los que tenemos experiencia de montaña, debemos tener el sentido común suficiente como para no confundir dificultad con peligro, y no embarcar a la gente en temerarias aventuras del todo innecesarias.
La montaña es vida. Nos permite gozarla intensamente. Y si en ella hemos de perderla, que no sea ni por la estupidez de otro ni por la nuestra propia.

Dos de octubre de 1980. Mi casco en la cima del Monte Perdido.
Treinta de septiembre de 1980. El Monte perdido desde el Cilindro de Marboré. 
El Monte Perdido, en primavera, desde el Mondeniero.
El Monte Perdido, al fondo, desde los Astazus.
La norte del Perdido desde el Balcón de Pineta.
El Monte Perdido desde el Comodoto.
El Monte Perdido, entre el Cilindro y el Soum de Ramond, en invierno, desde el Mondicieto.

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