FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

miércoles, 26 de enero de 2022

Muy bien por su iniciativa, señor San Juan.


 

Me adhiero plenamente a este hombre, Carlos San Juan, de 78 años, que ha recogido más de 100.000 firmas pidiendo atención presencial en los bancos. Y el eslogan utilizado, "soy mayor, no idiota", me parece perfecto y me identifico plenamente con él.

Creo que habría bastante más de cien mil, la mía entre ellas, si se le hubiera dado al asunto el mismo bombo y platillo que se le da a otros asuntos menos importantes y por supuesto menos justos.

Acepto que hay que tratar de mantenerse al día en todos los aspectos, entre ellos la digitalización de nuestras vidas. Pero eso tiene unos límites. El primero es la capacidad que cada persona tiene para manejarse con las llamadas nuevas tecnologías, que ya no son tan nuevas por cierto. El segundo es la soberana voluntad de aquellos a quienes no les da la gana de pasar por determinados aros, voluntad que siempre que se ajuste a la ley debe ser respetada. Pero esta cuestión es otra cosa y merece tratamiento a parte.

Hablemos de los que queriendo no pueden porque no saben o les cuesta mucho, muchísimo aclararse con las pantallitas y otras zarandajas tecnológicas; y no hablemos de la burocracia y del lenguaje de los bancos.

Esta burocracia y este lenguaje, ya de por sí complejos, digitalizados es ya inalcanzable para demasiados. Hay mucha gente que tiene que echar mano de familia, conocidos, amigos o instituciones públicas, como servicios sociales, por ejemplo. Y fiarse de ellos plenamente, ¡claro! Y eso crea una sensación de ser un inútil y de estar al margen de la sociedad, demoledoras.

Este mundo no es mío. Estoy fuera de sitio. Mi tiempo pasó.

Y no estoy exagerando. A mí a veces me cuesta, y mucho, hacer determinada gestiones, pero tengo recursos humanos a mi alcance. Hay a quienes les cuesta mucho más aún y no tienen a nadie.

Por eso, y por otras cosas, cuando oigo la tan manida palabra inclusividad, me salen rayos y centollos (se dice centellas, pero es más gastronómico y sabroso centollos) y me entran ganas de arrearle un sopapo al pelandusco o pelandusca (para que no se diga) que nos taladra con el palabro que, por cierto, aún no está en el diccionario de la RAE; pero todo llegará.

Y lo peor es que en el caso de los bancos, el objetivo de esta exclusión y marginación de un sector de la sociedad, es ganar más dinero aún del que ganan. Excluyo para enriquecerme. ¡Inadmisible!

En la administración el objetivo puede ser más digno; agilizar gestiones y ahorrar dinero público, pero en ese caso habrá que estar atentos a facilitar a todo el mundo, por viejecitos y/o “cortitos” que sean, el acceso a los servicios que presta.

Pero el señor don Carlos San Juan se ha referido a los bancos. Y con razón. Porque ahí no hay justificación moral alguna. Es un mundo complejo, con un lenguaje hermético, con máquinas en vez de personas y con el objetivo único de enriquecerse con nuestros dineros. Un  mundo sin alma por el que, quieras o no, has de pasar.

Y ojo, no hablo de los empleados de banca. Ellos no son para nada culpables de este abuso y este desacato. Ellos son, en las sucursales que van quedando, lo poco de humano que tiene la banca.

¡Muy bien por su iniciativa, señor San Juan!


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