Hay
muy poca nieve en la cara sur del Pirineo este año. Cuando nos acercábamos a él
este pasado fin de semana nos parecía estar a finales de agosto o septiembre.
Pero esa misma noche la cosa cambió, poco, pero lo suficiente para recordarnos
que aún estamos en mayo.
Aunque
los partes anunciaban lluvia y nieve, salí a las cinco de la mañana a subir una
montaña que me permitía bajar a desayunar hacia las diez. En el pueblo no
llovía, pero a media ascensión, justo cuando salía del bosque, empezó a nevar;
no mucho, pero sí lo suficiente para ir tiñendo el paisaje de ese blanco pardo
característico de cuando empiezan a caer copos sobre las montañas peladas.
El
ambiente me hacía sentirme muy a gusto. Las cumbres envueltas en nubes, la
nieve difuminando el paisaje, la luz gris, el silencio, el frío, la soledad. La
alta montaña, limpia de polvo y paja.
De
regreso entré en un precioso bosque de pinos y bojes tan denso que no dejaba
entrar la nieve. Al salir ya no nevaba, pero el cielo seguía bien cerrado; así
estuvo todo el día.
Fue una bonita forma de empezar la temporada. A continuación, algunas fotos.
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