Hace
hoy un mes que el blog entró en silencio. El silencio más largo desde que lo
inicié. Y quiero romper este silencio pidiendo disculpas a todos los que me
leen por haberlo hecho sin explicación alguna.
Sí, ya
sé que no tengo ninguna obligación de escribir, ni de justificar, si dejo de
hacerlo, el por qué lo dejo. Pero creo que es una falta de respeto no decirlo
al menos. Callar sin más.
Reconozco
que me cuesta escribir, y no porque no tenga materia para hacerlo, sino porque
en la mayoría de la secciones escribir me obliga a enterarme de lo que pasa, a
analizarlo y a comprometerme de algún modo escribiéndolo y compartiéndolo. Y
dejar el blog solo con lo que no compromete de ninguna manera, me parece
mutilarlo.
He
estado tranquilo este mes, y cuando me venían ideas o acaecían acontecimientos
que me impulsaban a escribir de nuevo, rechazaba la tentación, no sin esfuerzo.
Voy a
intentar seguir. No prometo nada. Quiero encontrar el difícil equilibrio entre
la denuncia y la lamentación, al estilo del profeta Jeremías, y el “buenismo” actual,
rosa y empalagoso, que pinta un mundo happy flower tan irreal, como cómplice
por omisión de los desatinos de la cruda y a menudo fea realidad.
Y el
arranque es esta foto, hecha esta misma mañana en unos de nuestros bonitos
caminos, flanqueados por basura y algunas flores, pocas esta primavera seca.
Las
vides silvestres, con su rotundo verde nuevo y sus flores humildes exhalando su
delicado aroma que te envuelve fugazmente cuando pasas junto a ellas.
¡Hasta
pronto!
No hay comentarios:
Publicar un comentario