Querido amigo José Mari:
Hoy
hace 65 años que viniste al mundo, por eso queremos felicitarte publicando en
el blog, a modo de regalo, unas palabras que sabemos que mucha gente hará
suyas.
Nos
conocemos hace ya mucho tiempo. Éramos muy jóvenes, y pronto, en nuestras
excursiones por Benasque, descubrimos la fonda en la que te conocimos a ti y a
tu familia. No tardó en convertirse en estación obligada y deseada. Siempre
bien acogidos y con una cocina excelente, era el principio y fin de nuestras
correrías cuando podíamos acampar libremente en la montaña.
Pasó
el tiempo y la fonda se convirtió en un buen hotel, y la cocina siguió siendo
excelente. Seguimos sintiéndonos cómodos y acogidos en el hotel Ciria y
comiendo muy, muy a gusto en el restaurante El Fogaril.
Queremos
que sepas que tú y los tuyos estáis muy presentes en nuestro pensamiento,
porque ha sido allí, con vosotros, donde hemos pasado momentos de los más
gratos y entrañables de nuestra vida.
¡Cuántas
ascensiones hemos planificado, llenos de ilusión, en el restaurante, en el bar
o en la terraza! ¡Y cuántas veces, cansados pero felices, hemos celebrado el
haber convertido el sueño en realidad!
Y en
todos esos momentos inolvidables allí estabas tú, y tu familia, y ese puñado de
gente que trabaja con vosotros, dando todos
y cada uno lo mejor de sí mismo para que nuestra satisfacción no tuviera
límites. Y lo habéis conseguido, siempre lo habéis conseguido.
Corren
tiempos duros, José Mari; todos lo estamos pasando mal, y precisamente por eso,
el recuerdo de todos esos ratos vividos juntos en aquellas montañas que tanto
queremos, brilla con mucha más intensidad. Vemos con más claridad qué bueno y
qué grande es tu trabajo, vuestro trabajo.
Pensaba
esta tarde, andando por el monte, que esa bondad y esa grandeza son por algo
muy sencillo, pero muy importante. Nos habéis ayudado siempre a celebrar la
vida. Ni más ni menos que la vida. Celebrar el simple hecho de estar vivos,
porque eso es lo que nos hace sentir la montaña cuando la soñamos, la
alcanzamos y regresamos al valle; que estamos vivos.
José
Mari, por todo esto gracias. Muchas gracias. En nombre de Isabel y mío propio,
y sabemos que de muchas más gente, te deseamos muchas felicidades. Deseamos con
toda el alma volver a verte, volver a veros, poder abrazarnos, cenar esos
platos extraordinarios, charrar sin mascarillas en la terraza. Y echarnos al
monte al día siguiente.
Que
Dios te bendiga, que Dios os bendiga todos.
Isabel
y Jesús.
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