FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

sábado, 7 de mayo de 2016

¡Oh Rusia, noble Rusia, santa Rusia...!


Oí por casualidad, el otro día, la palabra Stalin. Stalin me llevó a Antonio Machado. Y Antonio Machado, con este poema suyo, a la reflexión que hoy comparto.

¡Oh Rusia, noble Rusia, santa Rusia,
cien veces noble y santa!
Desde que roto el báculo y el cetro,
empuñas el martillo y la guadaña,
en este promontorio de Occidente,
por estas tierras altas
erizadas de sierras, vastas liras
de piedra y sol, por sus llanuras pardas
y por sus campos verdes,
sus ríos hondos, sus marinas claras,
bajo la negra encina y el áureo limonero,
junto al clavel y la retama,
de monte a monte y río a río
¿oyes la voz de España?
Mientras la guerra truena
de mar a mar, ella te grita: ¡Hermana!

En el año 1937, el bueno de don Antonio Machado, a quien profeso profundo respeto y gran admiración, escribió, en Valencia, este poema titulado A Rusia. Un grito de auxilio, en plena guerra, llamando a Rusia, a la Rusia de Stalin, uno de los mayores asesinos de la historia… Lo entiendo y lo disculpo.
Sí, entiendo y disculpo a Antonio Machado. Eran otros tiempos y había otras circunstancias históricas. ¿Oyes la voz de España?, dice. Y Rusia, o no la oyó, o la oyó pero no acudió a la llamada con la premura y contundencia suficientes como para cambiar el curso de la guerra.
Y ahora viene la pregunta. ¿Qué hubiese sucedido entonces? Nadie se atreve todavía, y ya ha pasado mucho tiempo, a responder con honestidad, más allá de prejuicios y viejos rencores, a esta pregunta. Más aún, nadie se atreve ni a formularla. Y hacerlo sería un sano ejercicio de historia contrafactual o alterna, que así se llama.
Pero yo estoy convencido de que, hasta que no seamos capaces de hacérnosla y de responderla, sin miedo, sin complejos, no podremos crear un futuro de auténtico progreso. Es ésta una de las maneras de reconciliar las dos Españas, atreverse a hacer este ejercicio que a continuación voy tan sólo a esbozar.
Antes que nada hay que decir alto y claro, que lo que nunca debería haber sucedido fue el golpe militar que inició la contienda. Pero en segundo lugar, habría que admitir que, rotas las reglas del juego (hoy también hay quien quiere romperlas) el desenlace, fuera el que fuera, pasaba por un baño de sangre y por una dura posguerra. Una posguerra en solitario (los amigos de los vencedores de aquí, perdieron su guerra en el mundo), o una posguerra “ayudados” por Rusia.
Sabemos lo que pasó, una posguerra en solitario. No es muy difícil imaginar lo que hubiera pasado. Y desde luego no hubiera sido la fiesta de la libertad una posguerra a la sombra de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, a la que tan ingenuamente imploraba ayuda Machado.
Y esa ingenuidad, hoy pueril; esa falta de entendimiento de la historia vista ya con perspectiva, ese rencor de los vencidos transmitido como veneno de padres a hijos, impide una verdadera y necesaria reconciliación.
Reconciliación para la que habría que entender con la razón y aceptar con el corazón este planteamiento que ya he hecho. Que dado aquel momento histórico, ningún desenlace nos hubiera traído a corto y medio plazo, justicia, libertad y una paz que no fuera la del miedo de unos u otros. Y no justifico con esto los errores, los horrores, los abusos de los vencedores. Pero no caigo en la ingenua sandez de creer que un gobierno “amparado” por la Rusia de Stalin y con la II Guerra Mundial en marcha, hubiera convertido a España en el país de las maravillas de Alicia. ¿Qué posibilidades realmente teníamos de que aquellos años no hubieran sido oscuros, independientemente de quién ganara la guerra?
Y otra cuestión importante es que en ambos bandos hubo gentes honestas, buenas gentes, que lucharon y dieron la vida por un ideal en el que de verdad creían. Y nadie que lucha por lo que cree, hasta el punto de jugarse la vida y perderla, merece trato distinto por el hecho de salir vencedor o caer derrotado. Que después de una guerra no se entienda esto tiene un pase. Que más de 75 años después siga sin entenderse, es de vergüenza.
Asumir esto cabalmente cambiaría muchas actitudes, derribaría muchos muros, disolvería muchos prejuicios, tendería muchos puentes. Nos quitaría el peso de un pasado oscuro que no nos deja nunca acabar de levantar el vuelo.

2 comentarios:

  1. No se puede poner en plano de igualdad el fascismo y el antifascismo, no se puede tener equidistancia entre democracia y fascismo, en España sufrimos el fascismo, hasta eldía de hoy, no sufrimos nigún Stalinismo, ni comunismo, la equidistancia es cruel y malvada

    ResponderEliminar
  2. No hay posible acuerdo entre tu planteamiento y el mío. Yo tengo claro que no hay peor ciego que el que no quiere ver, que es lo que pienso de ti, y tú pensarás lo mismo de mí. Por lo tanto tú te quedas con tu verdad y yo con la mía, y por eso mismo, ninguna de la dos es la verdad.
    Ya lo dice Machado.
    ¿Tú verdad? no, la verdad;
    y ven conmigo a buscarla.
    La tuya guárdatela.
    Y aunque sea cada uno por nuestro lado, deberíamos seguir buscándola, porque yo, tras releer mi entrada y reafirmarme en lo que digo, no estoy cerrado a otras posibles perspectivas. Las sigo buscando.

    ResponderEliminar