Escribo esta
actualización del tiempo que nos espera con profunda preocupación por lo que se
nos viene encima. La ola viene bien alta, y espero que las autoridades estén a
la altura de las circunstancias.
Si bien es
cierto que la situación se normalizará a partir del miércoles 17, hasta
entonces y desde el viernes, el calor será aún mayor de lo esperado, alcanzando
los 41ºC. En eso coinciden todos los modelos, pero algunos, para más inri, dan
además episodios de poniente y riesgo de tormentas secas.
Por esto el
que pasemos calor es lo de menos. Nuestros montes, resecos tras un verano
tórrido, y en gran parte abandonados, son un bidón de gasolina, y les rondarán mechas encendidas.
No bastará con
que se decrete la alerta máxima y esté la Guardia Civil, los bomberos, y la UME
listos para intervenir. También ayuntamientos y ciudadanos deberían estar
atentos y ser especialmente cuidadosos. Y además debería cerrarse el acceso a
todas las zonas forestales, tanto a pie como en cualquier vehículo; ya se hizo
el año pasado en alguna ocasión.
Y pese a todas
las medidas que se tomen, van a ser días muy, muy peligrosos. Y veremos lo que
pasa. Veremos lo que pasa porque lo que se debería haber hecho hace ya mucho
tiempo y a largo plazo para que situaciones como estas no sean tan graves, no
lo han hecho, ni lo harán.
Tengo miedo.
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