Ante
el infierno que mañana mismo se nos echará encima he soñado con esas noches en
las que tras dormir plácidamente bajo la funda nórdica, una de mis primeras
tareas del día es preparar la estufa de leña y encenderla.
Me
gusta ver cómo el fuego va cogiendo fuerza y la casa va calentándose hasta
llegar a esa grata tibieza que recibe a Isabel cuando viene del trabajo. Si el
día es azul y limpio, es bonito, pero si está gris y llueve es para nosotros lo
más parecido al paraíso que conocemos.
Eso
pensaba hoy tras un verano terrible que, lejos de aflojar, aprieta más y más, y
al que no se le ve el final. Acabará, claro, pero ¿cuándo? ¿Cuándo podremos
volver a respirar, a vivir sin el castigo de días tórridos y noches agobiantes?
Máximas
de 44 o 45 y mínimas de 30 en algunas zonas de la Comunidad, harán de estos
próximos días un auténtico infierno. Aquí, en Ribarroja, nos moveremos entre
los 43 y los 28. ¡Una barbaridad!
¿Cómo
no añorar el invierno? ¿Cómo no añorar el fuego en el hogar? Fuego, palabra que ahora mismo me
provoca miedo y angustia.
¡Maldito
verano! Antaño era hermoso.
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