Me ha
sorprendido de entre el aluvión de anuncios navideños uno particularmente
detestable, desagradable, impresentable y todos los “ables” que queráis añadir
en la línea de los adjetivos aplicables a lo que está de sobra en nuestro
mundo.
Lo
reconoceréis con la descripción que voy a hacer, pues no quiero contribuir a
extender semejante propaganda dando datos explícitos.
Empieza
un señor mayor hablando en plan mermelada navideña del nieto que espera al
abuelo o del abuelo que espera al nieto en Navidad; no sé, me da igual. Y de
golpe, cambia el registro diciendo algo así como que eso son tonterías, y lo
importante, lo bueno, lo deseable, es el producto que promociona, es decir,
algo puramente material, dinero.
¿Lo
habéis reconocido?
Independientemente
del exceso de espíritu navideño, debidamente almibarado, que hemos de soportar
estos días, es cierto que la Navidad puede ser un tiempo de celebración, de
encuentro, de reconciliación. Y lo es para mucha gente. Sí hay gente que se
quiere y que por circunstancias de la vida solo se pueden encontrar, y algunos
con grandes sacrificios, en estas fechas. Sí hay padres esperando abrazar a sus
hijos, hijos a sus padres, abuelos a sus nietos y nietos a sus abuelos,
hermanos, amigos…
Y más
allá de que sean creyentes o no, si hay cariño, si hay amor, si hay
reconciliación, si hay gozo en el reencuentro, está presente allí el niño de
Belén, aunque ni nos lo imaginemos. Se hace la Navidad.
Y eso
es lo importante.
Este
anuncio, ninguneando no solo el aspecto cristiano, sino también el puramente
humano, y diciendo abiertamente que lo que cuenta es solo lo material, el
dinero, e incluso burlándose de lo que de verdad es importante, es un mensaje
demoledor, dañino, perverso.
Puede
que alguien me diga que soy un exagerado. No lo creo. Esta forma aparentemente
inofensiva de atacar, burlándose de lo más sagrado que tenemos las personas que
es la capacidad de amar y ser amado, es un golpe brutal al corazón mismo de la
dignidad humana.
Y en
Navidad.
98 días sin llover. Sólo 8 litros.
Como ese anuncio, hay muchos más tan detestables….
ResponderEliminarSí, muchos. Daría miedo analizar en serio la publicidad.
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