FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

jueves, 1 de agosto de 2013

El camino, de Miguel Delibes. Vida y literatura.

El pasado domingo, 21 de julio, vivimos un día ciertamente especial en el valle de Bohí. Fue un día diferente. Denso. Evocador.
Había amanecido azul y fresco. Iniciamos nuestra visita en Tahull, que celebraba sus fiestas mayores. Allí, José Luís concelebró con el párroco del valle en la preciosa iglesia de Santa María y después, al salir de misa, nos sumergimos de lleno en el ambiente de fiesta que se respiraba en la plaza, en las calles y en el pueblo entero. Música, baile, luz, bajo un cielo que iba cargándose de amenazadoras nubes negras, como todos los días. El ambiente me envolvió y me trasladó a ese libro que tanto me gusta de Miguel Delibes, El camino, cuando en el capítulo 17 describe magistralmente el día de la fiesta mayor en un pueblo de montaña. Y gocé de la fusión de realidad y literatura. Casi me parecía ver a Daniel el Mochuelo correteando entre los chiquillos del pueblo.
Después, tras una comida de fiesta, como toca, tuvimos el privilegio de escuchar "Aqueras montañas" * interpretada por un coro que ensayaba al pie de la torre de San Climent de Tahull. Luego, un plácido paseo por el balneario de Caldas de Bohí, desde donde nos fuimos a Durro, a visitar a la familia de Pep.** Allí estaban, a la puerta de la casa, su hija Asunción y su esposa Teresa. Amables y acogedoras como siempre, nos contaron cómo murió Pep, veinte días después de que lo visitáramos a principios de noviembre. Isabel había recogido unas flores en la ermita de San Quirce, y las dejamos sobre su tumba, tras rezar con José Luís un responso. Empezaba a llover. Y otra vez, presintiendo la escena desde fuera, nosotros tres bajo los paraguas, en el pequeño cementerio pegado a la iglesia, volví a El camino, al emotivo capítulo del entierro del Tiñoso, el capítulo 20 y volvió la vida a ser literatura, y la literatura vida.
De vuelta a casa, como siempre, como cuando vivía Pep, nos pasaron a la cocina, junto al fuego encendido, donde charlamos largo rato de mil cosas. Y sentí cómo de algún modo “el pare”, como decían, estuvo muy presente entre nosotros. Fuera los rayos iluminaban intermitentemente el cielo oscuro y los truenos retumbaban entre las montañas que se veían a través de la ventana, difuminadas por la cortina de agua.
Al fin nos despedimos, y abandonamos el valle que quedaba envuelto, otra vez,  en una monumental tormenta.
Sí, fue un día muy diferente. Y por cierto, si no sabes qué leer este verano, puedes leer, o releer El camino, de Miguel Delibes. Vale la pena.

* Ver entrada del 29 de noviembre de 2012 "Aquella noche en Ansó"
** Ver entrada del 12 de noviembre de 2012 "¡Fins sempre,Pep!"

Iglesia románica de San Climent de Tahull, patrimonio de la humanidad.
José Luís concelebrando con el párroco del valle.
El "tablao" desde donde tocaban los músicos.
Un momento de uno de los bailes tradicionales.
El albergue de Durro. ¡Cuántos recuerdos!

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