Llevo
toda la tarde resistiéndome a escribir sobre hoy, 11M. Hace mucho que no
escribo sobre cuestiones sociales o políticas, ni sobre otras, la verdad, pero
al fin me he decidido. Aunque solo sea porque el mejor homenaje que se les
puede hacer a aquellas personas a las que arrebataron la vida, es no olvidar.
También
sería digno homenaje aclarar de verdad lo sucedido, y dejar públicamente claro
quiénes fueron los verdaderos autores, los motivos por los que lo hicieron y
los realmente beneficiados por la masacre. Siempre he pensado que no fue una
venganza por hechos pasados sino un intento de cambiar el futuro, cosa que
lograron.
Con la
perspectiva que da el tiempo, y hablando de historia, creo que a lo largo de
mis años he vivido tres etapas claramente distintas en España. La primera acaba
el 20 de noviembre de 1975. Muere Franco, yo tenía 20 años. La segunda acaba el
11 de marzo de 2004, con aquel
monstruoso atentado, acabando con él, la época más bonita, ilusionante y
honesta que he conocido, la transición. Tenía yo 49 años. Y la tercera, desde aquella fatídica
fecha hasta hoy. Roto el espíritu de concordia, recuperados viejos fantasmas, vuelven a partir a España en dos
empobreciendo y adulterando la democracia hasta dejarla hecha unos zorros, como
está hoy.
Solo
me he sentido verdaderamente libre en los años de la transición.
Por
esto, por denunciar esa gruesa cortina oscura que nos oculta la verdad de lo
que pasó, vuelvo a hablar. Y no sin inquietud, porque hace ya tiempo que la
libertad, en este país, anda malherida.
Valgan
pues estas palabras como homenaje a toda aquella gente a la que algún día, la
historia, rendirá el homenaje que merecen, la verdad.
38 litros en 181 días.
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