Esta
entrada va por ti, Pascual; y contigo por todos los que esperamos… ¡Tantas
cosas esperamos tantos! ¡Y se hace tan larga la espera! He de decirte que esas
fotos que pusiste ayer en tu estado, y que Isabel me enseñó en su móvil, me
conmovieron.
Con
ellas me vinieron a la memoria muchos recuerdos de tiempos pasados que sí
fueron mejores, y sentí el vértigo del cansancio que te paraliza, de la
tristeza que te va envolviendo casi sin darte cuenta, del miedo anegando tu
vida y hundiéndote en la soledad.
Ya sé
que esta no era tu intención; pero alégrate, porque tras el golpe inicial, te
vimos en la memoria bajando por la calle Mayor, sonriente, al frente de la
Banda, y junto a esa imagen añorada por ti y por muchos, nos vino, como un
regalo, la Palabra de Dios con un salmo que habla de esperanza.
Hoy,
día de Santa Cecilia, queremos compartir unos versículos de este salmo. No
dirás que no te sientes identificado; pero siéntete hasta el final, hasta el
último versículo. Y sintámonos contigo todos, aunque no vayamos a la cabeza de
ningún grupo, aunque seamos uno más de ese grupo que goza en el bullicio de la
fiesta, envuelto en música, en la bendita música.
Recuerdo
otros tiempos,
y
desahogo mi alma conmigo:
cómo
marchaba a la cabeza del grupo,
hacia
la casa de Dios,
entre
cantos de júbilo y alabanza,
en el
bullicio de la fiesta.
¿Por
qué te acongojas, alma mía,
por
qué te me turbas?
Espera
en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud
de mi rostro, Dios mío».
Os deseamos a ti y a toda la Banda que estéis pasando un muy feliz día de Santa Cecilia.
Un
abrazo muy grande.
Isabel
y Jesús.
NOTA:
El salmo es el 41.
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