FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

sábado, 14 de noviembre de 2020

Hoy hace un año.


Hoy hace un año, ¡un año ya!, que “di” mi última clase. Y digo di entre comillas, porque poco hice yo aquel día. No di, me dieron. Fui envuelto en un torbellino de cariño y gratitud que nunca podré olvidar y, que puestos a decir la verdad y toda la verdad, me ha dejado con la certeza de que nunca podré devolver el inmenso regalo que fue aquel 14 de noviembre de 2019.

Nadie en aquellos momentos podíamos ni imaginar lo que nos esperaba a la vuelta de la esquina. Este 2020, bisiesto y siniestro, como vaticinaba el refrán, año bisiesto año siniestro, lo ha cambiado todo.

De hecho, mi jubilación no está siendo, ni de lejos, lo que soñaba que fuera; pero si miro atrás, veo que puedo estar contento y agradecido de haber podido acabar mi vida profesional como “Dios manda”, legislaciones educativas aparte.

Me gustaba, si no tenía muchos alumnos, tenerlos en aulas pequeñas, en círculo, mirándonos las caras, para que la comunicación fluyera y aprendiéramos todos de todos.

Ya veis, aula pequeña, calentita y cerradita en invierno, codo a codo unos con otros, y yo entre ellos; caras descubiertas, para que la comunicación no verbal llegara más allá de las palabras… Eso me gustaba.

Lo hubiera pasado muy mal yo en estas circunstancias. El otro día, el jueves que llovió, pensaba, en el silencio y la tranquilidad del hogar, en lo inhóspito y duro que era estar en el colegio en un día así. Todas las ventanas y puertas abiertas; los alumnos abrigados con gorros y anoraks; las caras tapadas con las insufribles mascarillas; bien separados unos de otros; los ruidos de la calle y las voces de las demás aulas entrando por doquier; y el viento frío y húmedo colándose por todas partes…

Ya no hay lugar para un aula tibia, con los cristales empañados, mientras fuera llueve y sopla el viento. En día como esos, si estábamos leyendo Cipi, o un capítulo de El camino, o hablábamos de Aristóteles, San Agustín o Kant, me sentía inmensamente feliz. Incluso si explicaba cómo encontrar el complemento agente, cosa esta no demasiado poética.

Por esto puedo estar contento de haberme librado de estos tiempos oscuros. Lo sé. Pero por eso mismo, porque son tiempos oscuros, tal día como hoy quiero expresar el profundo deseo de que vuelva la luz. Por Isabel, por mis amigos y compañeros, por los alumnos, por todos y tantos a los que tengo muchísimo que agradecer. 

Y no sólo por aquella última clase y aquella memorable salida del centro, sino por todo lo que durante 38 años he recibido de todos ellos. Por todo esto tengo la certeza de que nunca podré devolver ni la mitad de lo que me han dado.

Amigos, compañeros, alumnos, pienso en vosotros y rezo por vosotros. ¡Qué Dios os bendiga!

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