FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

miércoles, 24 de abril de 2013

Ideas para educar. 3.6 Hablar poco. "No comerle el coco".



1.-CONOCER:
1.1 ¿Qué es realmente un niño?

2.-PREVENIR:
2.1 Desde la cuna.

3.-INTERVENIR:
3.1 Acuerdo total papá-mamá.
3.2 Control de la familia extensa.
3.3 Control de otros agentes educativos.
3.4 Coherencia en nosotros. Hacer lo que decimos.
3.5 Normas claras y concretas. Las precisas.
3.6 Hablar poco. “No comerle el coco”.
3.7 Ignorar conductas no deseadas. Reforzar las deseadas.
3.8 No mostrar que controla nuestro estado de ánimo.
3.9 No exigirle lo que no somos capaces de hacer nosotros.
3.10 Valorar si vale la pena “entrar en combate”.

            Bla, bla, bla, bla y bla… Mucho bla. Es inútil y contraproducente. Tanto bla, bla y bla…y bla.
            Voy a empezar exponiendo la conclusión. Para corregir conductas, sí o no y punto. Y a veces ni eso. Para disfrutar de hijo, cuando está de buenas, hablar mucho, mucho, cuanto más mejor.
            Uno de los errores más frecuentes en la práctica educativa diaria, es el de dar innecesarias y continuas explicaciones a los niños de por qué han de hacer esto o aquello o por qué no han de hacerlo.
            Creemos que hablando mucho llegamos a algún sitio. Pues no. Bueno sí. Llegamos a que acaben haciendo lo que les venga en gana y nosotros cabreándonos.
            Hay varios motivos por los cuales, a los niños (con los adolescentes es otra historia) no hay que darles demasiadas explicaciones y mucho menos comerles el coco con largos discursos y moralinas.
            Primero. El niño aunque utiliza las mismas palabras que nosotros, no las utiliza de la misma manera, ni tienen el mismo significado que lo tienen para nosotros. Da la impresión de que nos entienden, pero muchas veces no es así.
            Segundo. El niño utiliza el lenguaje en clave emocional. Nosotros en clave racional. Frecuentemente, la comunicación no es real, aunque lo parezca.
            Tercero. El niño puede ser muy persuasivo (pesado, pelma) si sabe que la repetición de las mismas palabras una y mil veces, le llevará a salirse con la suya; nosotros no tenemos ni de lejos tanta paciencia. Ante su insistencia, la mejor respuesta es nuestro silencio e indiferencia. No tratemos de ahogar su verborrea con la nuestra.
            El planteamiento es muy simple. Ellos, normalmente ya saben lo que han de hacer y lo que no. No hace falta repetírselo mil veces, ni justificarlo, ni explicarlo. Por lo tanto, lo mejor es “si” o “no”; y si pregunta por qué, “tú, ya lo sabes”. Y ya está. Si insiste: ignorar, ignorar, ignorar. A ver quien aguanta más. Es un pulso, a veces muy duro. Pero lo hemos de ganar porque nos jugamos mucho.
            Ahora bien. Si somos parcos en palabras para corregir, dirigir, adiestrar, sancionar, habituar, seamos generosos para disfrutar de ellos. Contémosles cuentos, hablémosles del mundo, respondamos a sus por qués con calma y paciencia.
            Cuando un niño de tres años pregunta a su papá, “papá, ¿por que las personas cuando se hacen viejas se mueren? el papá, como pueda, ha de responder…aunque tampoco pasa nada si se toma un tiempo para hacerlo, y cambia de tema en ese momento.
            Pero cuando dice que quiere el “petisuis” antes de cenar, no hay nada que hablar. O cuando no quiere ponerse el cinturón de seguridad, tampoco. Y si llora, que llore. Eso es sano para los pulmones, y relaja.
            Es que ¿sabéis lo que pasa?, que somos nosotros los que necesitamos darles la explicación, los que necesitamos justificar ante nosotros mismos nuestra conducta, porque en el fondo, nos duele no satisfacer el deseo del niño, de nuestro hijo, aunque algo nos diga que no es bueno que lo hagamos.
            Y es que educar es duro, muy duro. Duele. A veces mucho. El educador al que no le duele educar, no es educador.

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