FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

miércoles, 25 de octubre de 2017

Encuentro en el Chinipro. Primera parte.

Panorama hacia el macizo de Monte Perdido desde la cima donde estuvimos charlando.

Llegué un día radiante de este verano a la cima del Chinipro, una bonita montaña del Pirineo aragonés, de 2795 metros. Erguido en una losa de la cima, que se proyecta sobre el abismo de la cara norte, había un hombre que me dijo nada más verme, abriendo los brazos, "¿no es maravilloso lo que se ve desde aquí, estar aquí?"
La conversación surgió pronto y fluyó rápida  prolongándose algo más de hora y media. Solos allá arriba fuimos prudentemente conociéndonos y reconociéndonos. Tenía 74 años y estaba pasando unos días con la mujer y los nietos en un valle próximo. Desde joven hacía montaña y quería seguir mientras el cuerpo aguantara. Compartimos experiencias montañeras y, poco a poco, la conversación fue derivando hacia cuestiones más profundas, más filosóficas, para acabar hablando de la libertad… Y en un momento determinado, cuando ya creyó que podía hacerlo sin excesivos riesgos, me dijo algo así como que sabía muy bien lo que era no ser libre en su tierra, en su pueblo, porque, y esto sí lo dijo tal cual lo transcribo, "soy vasco, vasco y español". Sonreí y respondí, "yo valenciano, valenciano y español".
A partir de ahí la conversación siguió ya con arrolladora fluidez, y vimos, sorprendidos, que coincidíamos en todo, incluso con la mismas palabras muchas veces. Sin embargo sus palabras tenían la autoridad que le daba el haber vivido y sufrido en sus propias carnes el azote y la opresión del nacionalismo radical y excluyente que había marcado dolorosamente toda su vida y la de su familia.
Me dijo que conocía mucha gente, buena gente, trabajadores, honestos, amantes de su familia, religiosos, con los que podías hablar de todo excepto de ese tema. Ahí no había diálogo posible, porque no había argumentos racionales que analizar, que valorar, que confrontar, sino puro sentimiento.
"Eso es una enfermedad, lo sé muy bien. Es una grave enfermedad que ha generado, genera y generará mucha injusticia, mucha opresión, mucho dolor". Así hablaba conmigo aquel hombre que sabía muy bien, mucho mejor que yo, de qué me estaba hablando.
Nos despedimos agradeciéndonos mutuamente aquella hora larga de profunda y sincera conversación entre dos montañeros veteranos. Empecé el descenso y él siguió en la cima. Quería aprovechar cada cumbre que subía porque, como yo, allí era feliz, se sentía libre, y sabía que, por muchas más que subiera, aquella ya era de las últimas.
"Una enfermedad que causa mucho dolor", me dijo. De esto hablaré en la segunda parte de esta historia.

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