FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

miércoles, 11 de abril de 2018

Salvemos los senderos.


Es curioso que en estos tiempos en que tanto se habla del medio ambiente, de tener conciencia ecológica, de la necesidad del reciclaje, de la sostenibilidad, y de todas estas cosas sabias y buenas, sean también los tiempos en que los senderos van a ir cayendo uno tras otro. Y no sólo por la basura que cada vez en más cantidad los flanquea.
Sí, de senderos voy a hablar. Siempre he pensado que los senderos es la forma más delicada y elegante que el hombre ha tenido de relacionarse con la naturaleza. Nos permiten movernos libremente por ella, haciéndole el mínimo daño posible.
Los senderos son un bien de incalculable valor. Un patrimonio natural, histórico y cultural al que todos tenemos derecho y que tenemos la obligación de conservar para las generaciones venideras. Muchos de ellos tienen siglos, o incluso milenios de antigüedad. Otros son más jóvenes. Pero todos, unos y otros, están en estos momentos en franco deterioro gracias a la moda de las carreras de montaña, a pie o en bici, que han convertido al medio natural en un estadio deportivo.
El sabio trazado de los senderos tiene dos objetivos. Uno es que el tránsito por ellos resulte cómodo al caminante. Otro, y no menos importante, que el sendero sea sostenible, es decir que el paso del tiempo no sólo no lo deteriore sino que lo mejore y asiente. Por eso hace curvas buscando los mejores pasos en el terreno y evitando, siempre que sea posible, el trazar fuertes pendientes.
Pero mira por donde, hordas de individuos, muy bien equipados, eso sí, y muy pagados de ellos mismos, corren o pedalean por los senderos como si les persiguiera el mismísimo diablo. Y como no se trata de conocer, admirar o contemplar, sino de “chutarse adrenalina” y batir peregrinos records, hay que subir o bajar a lo recto para llegar, a saber a dónde, con la máxima emoción y lo más pronto posible.
Como no son uno o dos, sino hordas, en pocos años el sendero queda roto por múltiples puntos. Y como en las subidas y bajadas han buscado la línea de máxima pendiente, la más rápida y emocionante, el agua, cuando llueve, acaba de hacer el resto. En pocos años, el antiguo, pequeño y sencillo caminito se desdibuja convirtiéndose en muchos puntos en un pedregal, y el manto vegetal que lo envolvía se erosiona rápidamente y desaparece.
 No me estoy inventando nada. Tengo cientos de fotos que muestran lo que digo. Esto hay que denunciarlo. Y es lo que voy a hacer. Y no sólo denunciarlo, sino actuar. Y como por lo que veo, las instituciones o no están haciendo nada, o hacen muy poco, veo necesaria la iniciativa privada.
Hay que salvar los senderos de nuestros montes. Muchos de los de aquí, de Valencia, y los del Pirineo, en ambas vertientes, están ya muy deteriorados. Son las zonas que conozco. Habría que detener este proceso que nada tiene de ecológico y de sostenible, y recuperar lo recuperable de lo ya deteriorado.
Y conste que no digo que no se corra por el monte. Que corran lo que quieran, pero sin salirse del camino. Y las bicis de montaña, que erosionan fuertemente los senderos aún sin salirse de ellos, que tengan claro por dónde pueden y por dónde no pueden ir, y cómo deben hacerlo.
Pero la cuestión de qué hacer en concreto será objeto de una próxima entrada. De momento, el asunto está planteado, e ilustrado con las dos elocuentes fotos que publico a continuación.

Este sendero subía nítidamente entre los prados. En unos años será un pedregal, por subir y bajar a lo recto.

Aquí se ve muy claro el trazado original. ¿Por qué romperlo? Ya se aprecia el deterioro. En unos años, otro pedregal.


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