Entre
que no les dan tiempo para explicarse y que la meteorología es una ciencia muy
compleja, la credibilidad de los partes que nos dan los hombres y las mujeres
del tiempo está por los suelos. Es motivo de mofa en las conversaciones
cotidianas entre la gente.
Además,
hay que tener presente que el impacto del tiempo en nuestra día a día es
importante. En el ámbito laboral, en el tiempo libre, en el sanitario, en la
vida social, en los eventos festivos o deportivos no es intrascendente el
tiempo que vaya a hacer.
La
acumulación de errores y predicciones fallidas de modo reiterado y escandaloso
conduce a que quien más y quien menos acabe ignorando previsiones, alertas y
demás avisos con las consecuencias que ello puede tener, y que de hecho las tiene.
Aquí
viene muy bien a cuento lo de Pedro y el lobo. Tanto que viene el lobo, que
viene el lobo, para que al final venga un conejo, y a veces ni eso. Y luego,
cuando de verdad venga el lobo, como ya nadie se lo cree, llegará y se nos
comerá.
Creo
que deberían esforzarse más en la elaboración de las previsiones y ser más
cautos a la hora de trasmitirlas. También tendrían que dar el tiempo suficiente
para que esa trasmisión fuera la adecuada.
Todo
esto viene de lejos, pero en este inicio del otoño está siendo especialmente
sangrante. Con este llevamos ya tres episodios de supuestas lluvias generales,
generosas e incluso torrenciales que aquí, en el golfo de Valencia, no han
dejado nada; en el primero unos pocos litros, en el segundo y tercero, este de
ahora, nada, nada de nada. Un hermoso
sol otoñal nos acompaña.
Llovió
al sur, al oeste, al este y al norte, pero aquí no. No hay manera. Nos
ilusionan, nos previenen y luego, la decepción. Y no es esto solo este año. Las
comarcas que rodean el golfo de Valencia, las que envuelven a la ciudad, tienen
un microclima especial que los meteorólogos parecen ignorar. Al sur sabemos que
llueve y mucho, al norte, también, así como en el mar o en las Baleares. Las
tormentas suelen alcanzar las comarcas interiores, por el oeste. Aquí pasamos
casi siempre la mano por la pared.
Como
hoy, que debía ser un día gris y lluvioso, y luce un sol magnífico entre nubes
inofensivas.
Escribo
y publico esto ahora, con la esperanza de tenerme que tragar mis palabras un
día de estos. Me encantaría, pero no creo que caiga esa breva, porque la
previsión, en este momento, baja significativamente el riesgo de lluvia para lo
que queda de día, y lo elimina para el fin de semana.
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