FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

viernes, 19 de octubre de 2012

Ideas para educar. 1.1 ¿Qué es realmente un niño?

1.-CONOCER:
1.1 ¿Qué es realmente un niño?

2.-PREVENIR:
2.1 Desde la cuna.

3.-INTERVENIR:
3.1 Acuerdo total papás.
3.2 Control de la familia extensa.
3.3 Control de otros agentes educativos.
3.4 Coherencia en nosotros. Hacer lo que decimos.
3.5 Normas claras y concretas. Las precisas.
3.6 Hablar poco. “No comerle el coco”.
3.7 Ignorar conductas no deseadas. Reforzar las deseadas.
3.8 No mostrar que controla nuestro estado de ánimo.
3.9 No exigirle lo que no somos capaces de hacer nosotros.
3.10 Valorar si vale la pena “entrar en combate”.

En muchas ocasiones nos pasa que lo que tenemos más cerca es lo que más borroso vemos, lo más cotidiano lo que menos conocemos, y lo que es peor, como lo tenemos tan cerca y es tan cotidiano, creemos que lo vemos perfectamente y que lo conocemos mejor aún. Y claro, como todos actuamos sobre las personas y las cosas según el conocimiento previo que de ellas tenemos, así nos luce el pelo.
           ¡Y qué más cotidiano que un niño, que nuestro niño! ¡Ojo, mucho ojo! Porque actuaremos sobre el niño según lo que pensemos que son los niños en general y el nuestro en particular que, aunque nos lo parezca, no será tan diferente. Por eso, esta pregunta no es una tontería. Pienso que papás y “profes” tendrían que hacérsela antes de ser papás y “profes”, y luego, de vez en cuando, revisar la respuesta que en su día dieron.
Por si a alguien le sirve, voy a dibujar aquí un boceto de lo que pienso que es un niño, de los muchos que podrían dibujarse. Es un retrato pobre, pero igual vale para algo, ¿no?
Vamos por partes.
Primer trazo del boceto, el principal: es un hijo de Dios, con la misma dignidad y derecho a la felicidad que todo hijo de Dios. Y si el amable lector no es creyente, que ponga, en vez de hijo de Dios, un ser humano. Es lo mismo.
Otro rasgo que a menudo se nos olvida: un ser inteligente. Inteligente ya desde la cuna. Y cuidado, sucede a menudo que es más inteligente que nosotros. Aunque no sepa más que nosotros; aunque no tenga nuestra experiencia. Puede ser más inteligente el hijo que el padre, o el alumno que el “profe”. Y de hecho muchas veces lo es. Y actúa en consecuencia.
Un tercer rasgo que, combinado con el segundo, es una bomba. No es ni bueno, ni malo. Se es bueno o malo cuando se actúa o no de acuerdo a un código moral. Y el niño con uno, dos, tres, cuatro años no lo tiene. Lo va a ir adquiriendo (o no) a lo largo de su infancia y lo madurará en la adolescencia y juventud.
Conclusión. Un ser inteligente sin código moral… ¡Qué miedo! Sí, sí, miedo porque si no es debidamente acompañado, si no va paso a paso haciendo suya una moral, una ética, si no va viviendo unos valores, será egoísta, egocéntrico, manipulador, tramposo… y una larga lista de horrores que demasiada gente conoce y sufre a diario. La inteligencia sin moral nos conduce al infierno.
            Y ya está. Un boceto bien simple, pero con tremendas consecuencias. Un niño es capaz de traer a un hogar la alegría, la concordia, la consolidación de la familia, la vida, porque el niño es vida en estado puro; pero también puede traer la tristeza, la división, la destrucción de su propio entorno, la muerte en definitiva, dejando a su paso amargura y desolación.
Y en cualquier caso, el niño será inocente, al menos en un principio, porque en realidad y casi siempre (hay excepciones) nos devuelve lo que le damos. Si nuestra vida con él se basa en el amor, la entrega, el respeto, la honestidad, el esfuerzo, la alegría, el diálogo, nos lo devolverá, poco a poco nos lo devolverá. Crecerá aprendiendo a querer, a ayudar, a respetar, a ser honesto, a esforzarse, a ser alegre, a dialogar. Y, pese a todas las dificultades que tiene educar, nuestra vida con él tendrá un presente feliz y estará preñada de esperanza.
Pero si por el contrario no crece envuelto en estos principios, estos valores, nos encontraremos con el horror que hemos sembrado nosotros mismos. De aquellos polvos vinieron estos lodos, dice el refrán.
Demasiadas sandeces se han dicho sobre los niños. Que son buenos por naturaleza: mentira. Que son crueles y egoístas, también por naturaleza: mentira. Que hay que dejarles crecer libremente y cuando sean mayores ya elegirán: mentira y gorda. Que hay que adoctrinarles haciéndoles fotocopia de nosotros mismos: mentira también.
¿Qué es un niño? Un hijo de Dios, un ser humano, que no ha pedido venir al mundo, pero está en él. Inteligente y expuesto desde la cuna al bien, a la belleza, a la vida; pero también al mal, al horror y a la muerte. Y durante un tiempo, está en nuestras manos. Y tiene el derecho a ser feliz.
Pero, ¿cómo lograr que sea feliz? Desde luego dejándole hacer lo que le dé la gana, satisfaciendo todos sus deseos, riendo todas sus monadas, no. Rotundamente ¡no! Ése es el camino del infierno. Hablaremos de todo esto y más en próximas entregas.

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