FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

miércoles, 1 de mayo de 2013

En homenaje al señor Paco, el del Bar Bilbao.


Me acordaba hoy de un hombre singular. Durante algunos años lo veía casi todas las semanas. Luego, por circunstancias que no vienen al caso, dejé de deleitarme con sus favores gastronómicos, y algún tiempo después me enteré de que había fallecido.
Y me he acordado de él porque hoy es el día del trabajo, y aquel hombre bien merece, tal día como hoy, el humilde homenaje que mis palabras puedan rendirle.
Se llamaba Paco, Señor Paco, le llamábamos. Regentaba un pequeño bar llamado Bilbao, sito en la calle del mismo nombre, en Valencia. Solíamos ir Isabel y yo con un grupete de buenos amigos, los viernes, a cenar.
Ya he dicho que el bar era pequeño, muy pequeño, y más aún la cocina, pero la cantidad, calidad y variedad de lo que nos servía, era simplemente espectacular; y el precio, increíble.
Normalmente estaba él solo, cocinando y sirviendo, aunque a veces le ayudaban quienes parecían ser la mujer y la hija. También controlaba a esos clientes que bebían una cerveza tras otra mirando a ningún sitio, y salían dando tumbos, o a la puta que, pegada a la máquina, se jugaba los dineros que luego recuperaría con algún cliente, o a las cuadrillas de jóvenes, y no tan jóvenes, que piensan que como ellos están de juerga, todo el mundo está de juerga. Y entonces nos miraba como excusándose, como si encima él tuviera la culpa de algo.
El señor Paco estaba enfermo. Muy grueso, le costaba andar, se notaba. Se notaba también que no respiraba bien, y a menudo sudaba copiosamente. Pero ahí seguía, viernes tras viernes, amable, discreto, haciéndonos unas cenas que no olvidaremos. Cuando nos sacaba las hermosas fuentes de calamares, tellinas, clóchinas, puntillas… nos decía, “esto está de muerte caballero”, y realmente estaba exquisito. Siempre en su punto.
Un día nos dijo, muy ilusionado, que iba a cambiarse a un bar grande, nuevo, en la calle Cuenca. Nos decía que allí… la gente es de otra manera. “Allí sí que haré un buen bar”.
Poco después dejamos de acudir, no por él, por supuesto, sino por esas vueltas que da la vida. Y pasados unos meses, nuestro amigo José Luís, que fue quien nos descubrió el bar Bilbao, nos dijo que el señor Paco había muerto.
Es una historia triste. El señor Paco no llegó a su bar de la calle Cuenca. Trabajó y peleó, yo creo que hasta la extenuación. A veces decíamos, ¡cómo cogerá este hombre la cama!
Y por esto, por el trabajo bien hecho, por el esfuerzo diario que se estrella contra la realidad injusta, por las ilusiones truncadas, hoy, el día del trabajo, rindo homenaje a la memoria del señor Paco, el del bar Bilbao, uno entre tantos hombres, trabajadores, buenos, honestos, que nunca vieron realizados sus sueños.

1 comentario:

  1. Me uno a ese homenaje. Seguramente nadie de su familia llegará a leer esta página, pero escrito queda. El tío Paco, el del bar Bilbao, se lo merece.

    ResponderEliminar