FRASES PARA PENSAR.

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Cervantes en el Quijote.

miércoles, 18 de febrero de 2015

El salto de la novia...helado, y su leyenda.

            Hace unos días, en plena ola de frío, nos fuimos con las “robertas”, (las motos), mi amigo Jose y yo, a Navajas, a visitar el paraje llamado el salto de las novia que me dio a conocer mi bienamada sobrina Martina.
            Es un bonito e inesperado rincón donde, sobre el río Palancia, se precipita una alta cascada, espectacular en época de lluvias, pero digna de ser contemplada ahora, pese a la sequía que sufrimos.
            El frío de los pasados días, junto al viento, había convertido el paraje en un extraño lugar, decorado con espectaculares formaciones de hielo. Estaba realmente muy, pero que muy bonito.
            Comparto unas fotos y la curiosa leyenda que explica el origen del nombre de aquel rinconcito, perdido en el río Palancia, facilitada por mi amigo que se fue allí con la familia a la semana siguiente de descubrirlo.














Cuenta la leyenda que hace muchos años, por aquellas tierras, cuando unos novios iban a contraer matrimonio tenían que someterse a una extraña y peligrosa ceremonia para demostrar ante todos, y demostrarse ante ellos mismos, que se querían de verdad.
Antes de casarse debían ir a un lugar donde se estrecha el río, al pie de una hermosa cascada, no muy lejos del pueblo, y allí, ante todos, la novia debía cruzar de un salto a la orilla opuesta. Si lo conseguía era señal de felicidad para el futuro matrimonio y de mutua y eterna fidelidad, pero si no lo lograba, se consideraba el matrimonio irrealizable por creer que sería breve y desgraciado. Entonces, convencidos de ello, los novios rompían su compromiso.
Era una extraña y terrible superstición que durante muchos años debió causar terror entre muchas novias verdaderamente enamoradas, ante el miedo a errar el salto o no tener el suficiente valor para intentarlo.
Pero un día, ya muy lejano, dos novios cuyos nombres ha borrado el tiempo, terminaron trágicamente con esta costumbre.
Habían bajado radiantes de alegría a demostrar ante todos que se querían. Como cada vez, la gente esperaba el salto con impaciencia. Por fin la novia se dispuso a saltar, tomó impulso, perdió pie y cayó al río con tan mala fortuna que se vio envuelta en un potente remolino que allí había aquel día a causa de una crecida, y que le llevaba a una muerte segura. Al ver esto, el novio se arrojó inmediatamente al río para intentar salvar a su amada, pero por más esfuerzos que hizo se vio envuelto al poco tiempo en el remolino, e instantes después desaparecían los dos tragados por las aguas. Horas más tarde, los consternados vecinos encontraron río abajo, flotando en un remanso, estrechamente unidos, los cadáveres de aquellos infelices novios.
Y se dice que aún hoy día, en las noches de luna llena, el murmullo del río y la cascada que cae como lluvia, parecen entonar un canto dulce y triste, lamentando el final de aquellos dos seres que por amor, desafiaron aquella vieja y bárbara superstición, destruyéndola a cambio de sus vidas.

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