FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

domingo, 2 de abril de 2017

Una promesa "demasiado" bonita.


Así dice el Señor: «Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os haré salir de vuestros sepulcros, pueblo mío, y os traeré a la tierra de Israel. Y, cuando abra vuestros sepulcros y os saque de vuestros sepulcros, pueblo mío, sabréis que soy el Señor. Os infundiré mi espíritu, y viviréis; os colocaré en vuestra tierra y sabréis que yo, el Señor, lo digo y lo hago.» Oráculo del Señor.
Ez.37,12-14.

Esto decía la primera lectura de la misa de hoy. Es un texto precioso en su forma, pero no es esto lo importante, lo importante es el mensaje que nos transmite. Un mensaje que, como en tantas otras ocasiones, es demasiado bonito para ser verdad.
Creer, aunque sea muchas veces a duras penas, que hay un Dios que nos sacará de nuestros sepulcros, que nos infundirá su espíritu y que nos llevará a “nuestra tierra”, es demasiado. Desborda toda posible expectativa de un futuro mejor, por bueno que nos lo podamos imaginar.
Un futuro de libertad plena, porque nuestros sepulcros son todo eso que nos priva de la libertad, de la paz, de la luz, incluso del sentido de nuestra propia existencia. Un futuro de vida, pero de vida con mayúsculas, porque su espíritu es el espíritu de la vida, el espíritu capaz de aniquilar a la muerte para siempre. Un futuro en una tierra que no podemos ni soñar, una tierra nueva bajo un cielo nuevo.
Esto es lo que el profeta Ezequiel nos decía hace ya casi 2.600 años. Yo me apunto a creerlo de verdad, aunque me cueste. La esperanza en el cumplimiento de tan extraordinaria promesa, ratificada por la muerte y resurrección de Jesús, da a la vida un sentido bien diferente al que podemos encontrarle sin esa esperanza.
El problema, y lo repito, es que es demasiado bonito, y estamos más acostumbrados a encajar los golpes que a recibir gozosos los regalos. Nos parece más lógico que todo sea un ancestral invento de la humanidad para defenderse del miedo a la nada y a vacío, que la promesa cierta de un futuro de vida y alegría en el seno de Alguien que nos quiere con locura más allá del tiempo y del espacio.
Quizá sea que tenemos que hacernos como niños para así confiar, desde la “ingenuidad” y la “inocencia”, en que la promesa se cumplirá, incluso ver que ya se está cumpliendo a nuestro alrededor.

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