Es un
problema que tengo que no sé cómo resolver. Veamos.
Cuando
estornudo o por algún motivo he de sonarme sin haber llegado a tan liberadora
explosión nasal, puedo hacer dos cosas. Utilizar un pañuelo de tela de los de
toda la vida o un pañuelito de papel de usar y tirar.
Desde
un punto de vista sanitario lo adecuado es el pañuelito de usar y tirar. Pero
desde una perspectiva medioambiental, lo procedente es el pañuelo de tela. Esto
lo tengo claro. ¿No nos están machacando, y con razón, con lo de reutilizar y reciclar?
La
cantidad de pañuelitos, si todos los usáramos, que necesitaríamos los humanos para satisfacer nuestras
narices es absolutamente descabellada. Aparte del problema que supone el alto
porcentaje de guarros que luego los tiran en cualquier sitio; los
senderos frecuentados, por ejemplo, están ribeteados por ellos.
Pero
claro, también entiendo que guardarse los virus y las bacterias en el bolsillo,
aparte de guarrada puede ser un peligro que puedo minimizar lavándolos con
mucha frecuencia. Pero no deja de ser un peligro.
Así
pues, ¿qué hago? No lo sé, de verdad. Una opción puede facilitar la trasmisión
de enfermedades. La otra nos lleva al hecho de que podríamos forrar el planeta
entero con pañuelitos de papel y aún nos sobrarían, con las consecuencias
medioambientales que ello conlleva.
Este dilema me hace pensar que las secreciones de nuestras narices no
son sostenibles, con lo que igual habría que taponarlas, lo que nos obligaría a
respirar por la boca, cosa que tampoco es sana. Y encima nos dejaría unas vocecitas gñ, gñ,gñ...
¿Qué
hacer? ¿Qué hacer?
De
momento mejor no constiparse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario