Es
tradición en muchas casas poner hoy, día de la Inmaculada, la decoración
Navideña. Nosotros también lo vamos a hacer, aunque no vaya a venir a casa nadie
o casi nadie. Lo haremos porque es Navidad, y por rara y triste que sea en
muchos aspectos, es Navidad.
Mi
padre, al que siempre gustó el teatro, empezaba por estas fechas una trepidante
actividad para estrenar el 25 de diciembre el Belén del Patronato. Muchos días
de ensayo, prisas, nervios, como imagino que debe ser preparar cualquier obra
de teatro. Yo lo recuerdo con agrado. La casa adornada; el Belén; el ambiente
en la calle, vivíamos cerca del Mercado Central; las reuniones familiares; las estrenas; la vacaciones cerca, nunca me
gustó ir al colegio…
Además
sé que Isabel con su familia iba todos los años, así que es muy posible que sin
saberlo, fuera allí donde estuvimos por primera vez bajo el mismo techo.
El
caso es que ojeando antiguos papeles familiares, me he topado con este folleto, que comparto hoy, de aquel Belén del que conservo entrañables recuerdos. Algunas veces fue mi padre el director, y mis hermanos salieron en alguna ocasión.
Resulta
curioso leerlo detenidamente, como curioso resulta que no ponga el año por
ninguna parte. Da igual, es mi infancia; ¿Qué tendría yo, ocho, diez, doce,
catorce añitos? Infancia a fin de cuentas, de la que, colegio aparte, y aunque
sea políticamente incorrecto decirlo, guardo muy buenos recuerdos, y este es
uno de ellos.
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