Si
andamos por el monte (y por el mundo) sin demasiada prisa, fijándonos en lo que
nos rodea, grande o pequeño, llamativo o discreto, podemos encontrarnos con
interesantes sorpresas, como esta que me encontré hace unos días y pude fotografiar.
Si os fijáis bien, una araña está comiéndose, tranquila y sosegadamente, a un saltamontes que cayó en su tela. Le dejé seguir con su festín, fruto de su trabajo y su paciencia.
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