Es
momento esta tarde de dar las gracias a todos los que de una u otra forma, hoy,
como otros días, están mostrando públicamente su oposición a la ley Celaá. Una
ley que atenta directamente contra la democracia, el pluralismo, la libertad y
la calidad educativa, inspirada en principios ideológicos de una parte de la
sociedad, pero solo de una parte.
Ni el
contenido de la ley, (fuertemente ideológica), ni su tramitación (sin consenso
y en un estado de alarma vigente) son aceptables en un estado de derecho. Por
eso entiendo que es una exigencia cívica y moral de cualquiera que tenga sentido de la democracia, oponerse a ella.
También
es momento de dar las gracias a todos aquellos que, viendo hoy las distintas
manifestaciones que se han realizado por toda España, no han llegado a la
conclusión simplona y falsa de que todo esto no es más que la derecha armando
bulla.
Primero
que todo porque eso de las derechas y las izquierdas no explica la realidad del
mundo actual. No es más que un útil mecanismo para manipular a la sociedad,
privándole de todo análisis objetivo de la realidad.
Porque
el respeto a la democracia, al pluralismo y a la libertad no es cuestión de
derechas o izquierdas.
Porque
el respeto a la Constitución y a los símbolos establecidos por ella, no es
cuestión de derechas e izquierdas.
Porque
el respeto a las familias y a la libertad de educar a sus hijos según sus
convicciones, eligiendo para ello el colegio que deseen, no es cuestión de
derechas e izquierdas.
Porque
evitar el adoctrinamiento de niños y jóvenes por parte del estado, sea este del
signo que sea, no es cuestión de derechas e izquierdas.
Porque
desear un sistema educativo serio y estable, y un nivel de exigencia alto,
atendiendo a la vez a cada uno según sus posibilidades, no es cuestión de
derechas e izquierdas.
Porque
atender adecuadamente a los niños y jóvenes con necesidades educativas
especiales, sean cuales sean, no es cuestión de derechas e izquierdas.
Porque
preservar el castellano, o español, en sana convivencia con las demás
lenguas, sin menospreciarlo o incluso perseguirlo, no es cuestión de derechas e
izquierdas.
Y aún
podríamos seguir con muchos más “porques” en esta y en otras muchas cuestiones.
No, no es un problema de derechas e
izquierdas; tal cosa no existe. Y este es el gran problema. Demasiada gente
habrá llegado a la conclusión que he dicho, ¡Bah, la derecha armando bulla!
Quien piense eso es porque no ha hecho un análisis objetivo de la realidad, se
lo han impedido; y entrando en ese juego de las derechas y las izquierdas ha
renunciado a pensar, otros piensan ya por él.
Sería
más ajustado a la realidad actual hablar de democracia y totalitarismo. Esa
diferenciación sí explica mucho de lo que está pasando en España y en el mundo.
Y la
ley Celaá es la ley de educación de un gobierno en camino hacia el totalitarismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario