La
Iglesia celebra hoy el Día de la Sagrada Familia, lo que de un modo directo nos
lleva a reflexionar sobre la familia. Y no es éste un tema baladí, y mucho
menos cuando la palabra familia y lo que ella designa, están sufriendo un
asedio en toda regla. Si además, al sustantivo familia le añadimos el adjetivo
tradicional, el asedio adquiere tintes de desprecio e incluso burla. Lo que se
hace con el enemigo cuando ya está “tocado y hundido”; no hace falta asediarlo,
lo despreciamos y nos burlamos de él.
No he
dicho nada nuevo, ni raro, ¿verdad?
Y es
que, como en otras muchas cuestiones, el tema está mal enfocado y totalmente
manipulado. Sí, como en otras muchas cuestiones, en demasiadas.
La
Palabra de Dios nos llega siempre envuelta en una cultura, y ha sido siempre
una preocupación de la Iglesia, desde sus orígenes, discernir en la Biblia lo
que son imperativos culturales, puramente humanos, de lo que es la palabra de
Dios.
Desde
una perspectiva antropológica observamos una inmensa variedad de modelos de familia.
Desde la tribu y el clan, hasta la familia nuclear (padre, madre e hijos), a la
que más acostumbrados estamos. También está la monogamia y la poligamia. Las
parejas sin hijos. Y actualmente están surgiendo otras formas de familia, parejas
de hecho, madres solteras, dos madres, dos padres, divorcios y separaciones…
No soy
antropólogo (los que estudian las culturas), ni exegeta bíblico (los que
estudian la Biblia), por eso no me atrevo a decir qué es familia y qué no. El
modelo de familia de Jesús de Nazaret, Jesucristo, es el mío, y me ha ido bien
con él, me va bien con él. Sólo puedo decir eso.
Pero
también puedo decir, sea el que sea el modelo de familia del que hablemos, que
lo esencial, formas aparte, debe ser común a todos. Y eso, lo esencial, es lo
que nos dice la Palabra de Dios. Lo que nos permite enfocar correctamente el asunto.
Amaos
unos a otros como yo os he amado.* Y el amor es sufrido, es benigno; el amor no
tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada
indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la
injusticia, se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera,
todo lo soporta.**
Y esto es perfectamente aplicable a muchos posibles modelo de familia. Y más aún, es lo que puede darles sentido y plenitud.
*Juan 13,34.
** Corintios 13,4-7.
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