En
esta víspera del día de Nochebuena, quizá por deformación profesional, no puedo
dejar de pensar en los padres de hijos adolescentes. Lo tienen difícil, muy
difícil. No quisiera estar yo en su pellejo, como se dice coloquialmente.
Porque
si todavía son niños, en la mayoría de los casos, no en todos, es más fácil
controlar la situación. Y si ya son mayores de edad, ya no hay nada que hacer
si no se ha hecho antes. Pero esos doce, trece, catorce, quince… ¡Ay esos
añitos!
Por
muchas restricciones, aforos limitados, toques de queda y demás medidas, todo
sabemos que hecha la ley hecha la trampa, y las cenitas en pisitos, chaletitos,
casetas, bajos menudearán por doquier. Y desde luego, no se ajustarán a la
normativa.
Si sus
padres son unos irresponsables, insolidarios y descerebrados, que los hay, los
chavales lo tendrán fácil. El problema lo tendrá, como siempre, la buena gente,
los padres que tendrán que plantar cara a sus hijos y aguantarnos en la cena de
Nochebuena y Fin de año, de morros, en casa. También habrá quien tendrá la
suerte de tener hijos responsables y comprensivos, ¡faltaba más!
Porque
quedar seis amigos (máximo seis personas de dos núcleos familiares distintos,
dicta la norma) en casa de uno a cenar, y luego dormir juntitos, pues con el
toque de queda no podrán volver a casa, es tan fácil como insolidario e
irresponsable, y eso no hay policía que lo controle.
Policía
no, pero sí los padres de esos chavales que tendrán que aguantar el “seré el
único que no vaya”, y cosas así, aparte de los morros anteriormente citados.
Erosionamos durante años la autoridad, cualquier autoridad, y ahora que nos
hace falta, ¡cuesta tanto ejercerla! Pero por mucho que cueste, necesitamos
padres y madres responsables; cuantos más haya, mejor nos irá a todos en estos
momentos.
Y es
que este maldito y odioso “bicho” está dejando al descubierto todas nuestras
vergüenzas, y aprovechándose de ellas, sigue castigándonos como si de una
maldición bíblica se tratara.
Ya lo
he dicho; pienso en todos esos papás y mamás que por ser buena gente, por ser solidarios,
por ser respetuosos con todos, especialmente con los más vulnerables, van a
tener unas fiestas difíciles.
¡Que
hagan lo que deben! Muchos estamos con ellos.
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