¿QUÉ SON LOS PAPELES DE PANAMÁ?
UN ESPEJO.
¡Vaya
por Dios! Resulta que hay más ladrones de los que pensábamos. ¡Qué fuerte!
¡Increíble! Políticos y políticas, deportistas y “deportistos”, artistas y “artistos”,
hasta personas y “personos” de sangre azul están “embadurnaos” con eso de
Panamá. ¡Qué sorpresa! ¡Qué decepción!
¿Sabéis
lo que os digo? Que lo que a mí me ha sorprendido es que el personal se haya
sorprendido. Me parece de una ingenuidad infantil y peligrosa en adultos,
pensar que “to el mundo e güeno” y más cuando hay dinero en juego.
Pienso,
y es triste decirlo, que cuando una persona puede “robar” de cualquier modo y
piensa que no le van a pillar, normalmente lo hace. Y punto. Si tiene
escrúpulos de conciencia siempre se encuentran justificaciones narcotizantes;
no es difícil. Una de ellas, de las más frecuentes: si todos roban, ¿por qué yo
no? O esta otra: quien roba a un ladrón tiene cien años de perdón, y como
ladrones no faltan.
Hay
gente que no roba. Sí, por supuesto. Los que no pueden porque enseguida les
pillarían, y lo saben, y los que tienen unos principios éticos y actúan de
acuerdo con ellos, pero estos son minoría.
Estoy
seguro de que son minoría, y cuando más se sube en el escalafón social, más
minoría todavía. Porque el dinero, el poder y el prestigio blindan y otorgan a
quien los tiene una gran sensación de impunidad, impunidad que a veces parece
romperse momentáneamente, como ahora.
Pero es
un espejismo, no pasará nada. Habrá algunas cabezas de turco que serán
sacrificadas para que el sistema se perpetúe y luego, pasado el impacto
mediático, todo volverá “a su sitio”.
Porque
el problema es muy hondo y está extendido por toda la sociedad. Y es, creo yo,
que mayoritariamente no creemos de verdad en ningún valor. Porque creer en un
valor no es hablar de él sino actuar en la vida conforme a él. Y además, la
honestidad, desde luego no es de los más valorados; más bien suele ser objeto
de burla quien advierte al camarero que le ha devuelto mal en su contra, o paga
las facturas con IVA cuando tenía fácil no hacerlo.
Hay
que ser un Quijote en esta sociedad, para no pecar contra el séptimo
mandamiento, claro, directo, rotundo: no robarás. Seas mileurista o seas
millonario.
Entonces,
¿a santo de qué tanto escándalo? Un nuevo circo. Mucha polvareda. Confusión.
Sálvese quien pueda. Y los justicieros según ley, pidiendo, indignados,
comparecencias parlamentarias; y la sociedad, casi en pleno, apuntándose a un
linchamiento, consistente, cómo no, en arrimar el ascua a la sardina de cada
uno.
Agradezco
y respeto el ingente trabajo que este grupo de periodistas de investigación han
hecho, llevándonos a todos a los papeles de Panamá. Pero no nos equivoquemos,
no han descubierto una cueva de ladrones, nos han puesto un espejo en nuestras
mismísimas narices.
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