FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

jueves, 17 de noviembre de 2016

Gracias, muchas gracias.




Es posible que, en esta entrada, mis palabras sean impúdicas, si entendemos por impúdico lo que dice el diccionario de la RAE: carente de pudor o recato, entendiendo por recato la primera acepción de esta palabra, cautela, reserva.
Sí, es posible que en esta entrada no tenga reservas, no sea cauteloso con lo que digo. Y os lo voy a decir claro, no quiero ser cauteloso, no quiero escribir con reservas. A corazón abierto, como se lo he prometido a mi amigo Toni después de su carta en facebook, como merecéis todos los que a lo largo de estos años me habéis tenido, de un modo u otro, en vuestra vida, y ahora me lo estáis diciendo, o no lo hacéis, pero lo sentís.
Será porque hace ya mucho tiempo que sé que tengo mucho más pasado que futuro, me estoy aferrando a lo bueno, a lo hermoso, con una fuerza, con un ansia irrefrenable. Y siento la necesidad de gritar a los cuatro vientos que apuesto sin reservas por la vida, y que hay mucha gente buena, y que el mundo es hermoso, y que hay que plantarle cara al mal, porque debe ser hermoso para todos.
Estoy harto de violencia, de muerte, de odios, de desencuentros, de dolor. Harto de que el mal, en todos sus manifestaciones, se haya convertido en el pan nuestro de cada día. Y de que nos hayamos acostumbrado a él. De que lo respiremos como el aire. De que ya no se nos acelere el pulso cuando vemos la muerte real o virtual. De que no nos de vergüenza una violación, un asesinato, un campo de refugiados, y nos sonroje el abrazo de un reencuentro, o nos parezca cursi manifestar gratitud o cariño. No nos cuesta nada decirle a uno de qué mal ha de morir con las peores palabras, pero nos cuesta decir “te quiero”, y ocultamos esa lágrima que revelaría nuestra alegría o nuestro dolor.
Por eso quiero proclamar lo bueno de todos estos años, lo mucho bueno, agradecerlo, compartirlo, y enterrar lo malo, que lo ha habido, aunque nunca con los alumnos. La memoria de la afrenta, hecha rencor, hace daño a quien lo siente, no a la persona a quien va dirigido ese rencor. Y yo quiero vivir en paz.
Desde mi primer encuentro, yo tenía 17 años, con los niños, en el grupo Junior, de la Ciudad Fallera, hasta hoy, han pasado muchos años, y en todo este tiempo he recibido siempre mucho más que he dado. Cuanto más me entregaba, más recibía.
Por eso, cuando estos días me habéis abrumado con vuestras palabras, vuestros gestos, vuestra gratitud, he llegado a sentirme incómodo, porque por mucho que creáis que os he podido dar, me habéis dado mucho más vosotros a mí. Hasta el último día. Me parecía injusto no dejar esto muy claro.
Me habéis dado vida día a día, habéis justificado mi vocación, me habéis defendido del triste deterioro del sistema educativo, me habéis dado aire cuando me faltaba, porque a veces me faltaba, me habéis perdonado cuando me he equivocado, habéis conseguido que siempre me sintiera acogido.
Es gratitud el sentimiento que me lleva a escribir esto. Le doy gracias a Dios, por su presencia en mi vida. A Isabel a quien tanto quiero y con quien tanto quiero. A mi familia, a mis amigos de toda la vida, que han estado siempre ahí. A mis compañeros de “fatigas escolares”. Y hoy, de un modo muy especial a vosotros, alumnos, compañeros, amigos que habéis caminado junto a mí día tras día, dándome siempre mucho más de lo que yo podía daros.
 Gracias, de todo corazón gracias.

 ¡Y que Dios os bendiga!

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