FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

martes, 15 de noviembre de 2016

Después de algo más de 34 años...


Hoy ha sido un día muy especial para mí. Nací hace 61 otoños, pero no es sólo esto lo que lo hace especial, que también, sino el hecho de que, después de algo más de 34 años, dejo de dar clases de lengua española, de castellano.
Estos días pasados me fui despidiendo de los grupos a los que iba por última vez. Y ha sido muy bonito ver cómo mis alumnos, a su manera, me han trasmitido que han estado a gusto conmigo. Ha habido aplausos envueltos en barullo, deseos explícitos de que no me vaya “tan pronto”, comentarios personales de los que te llegan dentro, mucho más dentro de lo que ellos se puedan imaginar, miradas y gestos que hablaban en silencio… También imagino que habrá a quien le dé igual, o incluso se alegre. Es normal.
Charradores impenitentes casi todos, “perretes” algunos, trabajadores otros, tranquilos los menos, inquietos los más; cada uno con el fardo de su aún corta vida a sus espaldas, fardos algunos muy pesados, y que ya llevan, a sus años, con entereza y dignidad. Yo también he estado a gusto con ellos y, aunque a veces me hacían enfadar, siempre me he sentido acogido. Olvidaban y olvidaba, y seguíamos adelante.
Decepcionado profundamente de la educación en este país, ha sido en ellos, en mis alumnos, donde he encontrado la fuerza para mantener encendida la llama de la vocación. En ellos y en el convencimiento profundo de que yo podía ofrecerles algo muy grande, una joya preciosa, un tesoro: la lengua castellana de la que estoy perdidamente enamorado. 
Por encima de programaciones, evaluaciones, libros de texto, metodologías, innovaciones, normativas y demás hojarasca, he intentado siempre que descubrieran la magnífica estructura de la lengua, que disfrutaran con ella. He intentado que se enamoraran, aunque fuera un poco, de la literatura. Que se aficionaran a leer. Que se atrevieran a escribir.
No se me olvidará nunca el día, ya hace algún tiempo, en que después de leer en un grupo Elegía de Miguel Hernández, que escucharon en un impresionante silencio, prorrumpieron espontáneamente en aplausos. O el más próximo en el que otro grupo hizo lo mismo, tras escuchar atentamente el argumento del Cantar de Mío Cid.
Tampoco se me pueden olvidar los recitales, los cortos sobre poemas, los libros leídos en clase, cuando había más tiempo para la lengua española, aquellas fichas de literatura con sus exámenes orales…Y cómo no, los “Cipis”, muchos de los cuales han sido, y siguen siendo, auténticas maravillas, hechas con tiempo y con cariño.
Siempre he sentido el peso de la responsabilidad de ser yo quien podía facilitar ese encuentro entre el castellano y mis alumnos. Y a veces me ha pesado más de lo que nadie se imagina. Me he esforzado por estar a la altura, y sé que muchas veces no lo he conseguido.
Valga pues decir, a modo de disculpa, que he hecho lo que he podido y he sabido, aunque cuando llega un día como hoy, te das cuenta con absoluta certeza de que aún podías haber hecho más, o quizá de otra forma… Pido pues perdón por los errores, por los olvidos, por los cansancios…
Pero bueno, he sembrado. Es la tarea del maestro. Me gusta esa palabra. El que brote la semilla está más allá de mí y de mis limitaciones, y ahora más allá todavía.
Dejo de enseñar lengua española tranquilo y orgulloso de haberlo hecho. Seguiré aún unos años en el cole, en horario reducido, a disposición de lo que la dirección tenga a bien encomendarme y, junto a mis compañeros, a disposición de mis alumnos, como les he hecho saber. Si les puedo ser útil, será para mí un placer acompañarles un poco más, como ellos me han acompañado a lo largo de estos 34 años.

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