FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

miércoles, 2 de noviembre de 2016

¿Qué hacemos con los deberes escolares?


Cierto es que el tema de los deberes escolares debe ser analizado a fondo. De esto no me cabe ninguna duda. Y del objetivo que este análisis debe alcanzar tampoco: la conciliación del aprendizaje que el niño realiza en el cole, con el no menos importante al que accede a través del tiempo libre y del juego.
Porque los chavales deben tener tiempo para jugar y tiempo para estudiar. Tiene que saber qué es el tiempo libre en el que hago lo que quiero, y el tiempo en el que he de hacer lo que debo, aunque no me apetezca; de ahí viene la palabra deberes.
En esto casi todos estaremos de acuerdo, pero en cómo llegar a conseguirlo estarán las discrepancias, y hondas discrepancias. Es necesario pues un debate, pero este debate debe darse en las instituciones educativas, y más en concreto en los centros. Y debe ser sereno y con datos objetivos en las manos. Y pensando en los alumnos. Repito, pensando en los alumnos.
La presión mediática contra los deberes escolares dando voz a políticos, expertos, empresas, familias etc. sólo debería servir para hacer que las comunidades educativas se planteen el asunto y punto. Porque los intereses extraños que en ocasiones, no siempre, hay detrás de estas personas son simplemente inconfesables de puro pérfidos, o estúpidos por falta de conocimiento de la realidad escolar.
Intereses estos que, desde luego, no son los del niño y nuestra obligación es protegerlos de ellos hasta donde nos dejen, que no es mucho.
Y hemos de protegerlos de ciertos políticos que, bien sabido es, han convertido hace ya mucho tiempo la educación en pura ideología, adulterando la pedagogía hasta el punto de despojarla de lo poco que, ya de por sí, tiene de ciencia.
Y hemos de protegerlos de los expertos de despacho y conferencia que dicen lo que hay que hacer desde hermosas teorías pero que nunca, o quizá sólo alguna que otra vez, se han enfrentado a alumnos de carne y hueso.
Y hemos de protegerlos de empresas de toda índole que ven en el tiempo libre del niño, por eso lo reclaman, una potencial fuente de ingresos, un terreno donde sembrar sus servicios, sus inventos, para montarse sus negocios.
Y hemos de protegerlos, a veces, lamentablemente, de sus propios padres que no les dedican el tiempo que necesitan, pero ni con los deberes ni con nada, porque no pueden o porque no quieren.
Y hemos de protegerlos también de nosotros mismos que a veces, por cansancio, por hartazgo, por falta de empatía, por no organizarnos bien, acaban de hacer en casa lo que bien podían haber hecho en clase.
Y en fin, también hemos de protegerlos de ellos mismos, que por la edad que tienen y el mundo en el que viven, no gozan ni de lejos de la madurez necesaria para aprovechar el tiempo, ya mucho, que dedican a estar en el colegio.
Por todo esto, porque está mezclado el trigo con la cizaña, el problema de los deberes escolares no se va a resolver con imposiciones políticas unilaterales, ni con una huelga de padres, ni con la campaña de Ikea, ni con la abnegada labor de una madre que se líe a recoger firmas contra ellos. No, todo esto, sabiamente manipulado además por los medios de comunicación, no va a contribuir a resolver el problema. Pero sí puede y debe servir para forzar a las comunidades educativas a que se planteen el asunto y le den una respuesta seria y coherente por el bien de sus alumnos.
Creo que, hecha la llamada de atención, debemos dejar a los centros en paz, deben dejarnos en paz. Sí, que nos dejen hacer nuestro trabajo. Y si alguien tiene que intervenir, ha de ser la autoridad educativa tras escuchar y valorar las propuestas de los que día a día estamos en la "trinchera", propuestas para cuya elaboración hemos de buscar los intereses legítimos y separarlos de los falsos, de los que tienen gato encerrado. Y ciertamente es muy posible que esta intervención tenga que darse.
Lo demás es bullicio, debate estéril, vocerío que aturde, intrusismo profesional, manipulación mediática… Y cuando esto sucede en educación, las primeras víctimas son siempre los alumnos.

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