FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

sábado, 21 de septiembre de 2013

¿Por qué en Suiza sí y aquí no?


Viernes, 20 de septiembre, 10 horas, 15 minutos, bar Stop, Ribarroja. Cenamos a la fresca un plato de sepia con champiñones y otro de huevos rotos con patatas y foie. Todo muy bueno. La cerveza, muy fresca. La luna, casi llena, brilla en el cielo. La conversación, a media voz, es grata.
Pero algo va a romper el encanto del momento. Llega un monovolúmen, se detiene a escasos metros de donde estamos cenando y el conductor o “conductriz”, no sé,  baja de él. No para el motor del coche. Al momento, quien ha bajado, ya se que es una fémina, vuelve al coche y se queda de charreta con el copiloto que no ha bajado del vehículo. El motor sigue en marcha cinco minutos, seis minutos, diez minutos, nos acercamos al cuarto de hora. El motor sigue en marcha. La charreta continúa. El motor también continúa haciendo run,run,run. Mis ganas de levantarme, ir y girar yo la llavecita de contacto, se acrecientan.
Pero entonces, la “conductriz” recoge del bar una bolsa de comida, que es lo que parece que estaba esperando, sube al coche y ¡por fin! se va. Se vuelve a estar bien. La luna vuelve a brillar y la conversación vuelve a ser grata, a media voz.
¡Se tiene que ser imbécil! Sólo la imbecilidad puede conducir a una persona (o persono) a tirar el dinero porque sí, a contaminar el aire innecesariamente y a molestar estúpidamente al personal. La solución: darle a la llavecita de contacto, y ya está. ¿Fácil no?
Pues parece que no, porque esta situación la sufro demasiadas veces. Y entonces pienso en Suiza, por ejemplo, donde cuando el semáforo está en rojo, desde el tercer coche hacia atrás, paran el motor. Recuerdo un día que estando detenido yo en un semáforo, detrás de varios coches, en un pueblo llamado Sión, en el precioso valle del Ródano, un policía, amablemente me indicó con un evidente gesto de su mano, que diera la vuelta a la llavecita. 
¡Qué diferencia, eh! ¿Por qué allí sí y aquí no? Es que somos la leche. Falta conciencia de demasiadas cosas o sobra gelipollez. O las dos cosas. No lo sé.

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