Antonio Machado estuvo desde noviembre de 1936 hasta marzo de 1938 en Valencia, en concreto en un chalet de Rocafort, llamado Villa Amparo. Allí continuó trabajando de diversas formas para la causa de la República, hasta que pasando por Barcelona se exilió a Francia, a Collioure, donde poco después falleció casi a la vez que su madre.
De
este tiempo que estuvo en Valencia es un bonito soneto que, hace mucho tiempo,
casi sin querer, aprendí de memoria. Se titula “amanecer en Valencia” y lleva de subtítulo “desde una torre”.
Estas
rachas de marzo, en los desvanes
—hacia
la mar— del tiempo; la paloma
de
pluma tornasol, los tulipanes
gigantes
del jardín, y el sol que asoma,
bola
de fuego entre dorada bruma,
a
iluminar la tierra valentina...
¡Hervor
de leche y plata, añil y espuma,
y
velas blancas en la mar latina!
Valencia
de fecundas primaveras,
de
floridas almunias y arrozales,
feliz
quiero cantarte, como eras,
domando
a un ancho río en tus canales,
al
dios marino con tus albuferas,
al
centauro de amor con tus rosales.
El
texto es sencillo, sin pretensiones, pero en él se ve esa magia de la lengua
que sólo tienen los poetas. Esa forma de ser fiel a una métrica determinada sin
que se perciba nada artificial, sino sólo un ritmo, una gracia natural que
surge sin aparente esfuerzo de la mano del artista.
Machado
canta a Valencia en un amanecer. El sol que sale por el mar, la paloma, el
tulipán del jardín, la bruma dorada…
Se
exalta ante las “velas blancas en la mar latina”, "leche, plata, añil y espuma”,
para seguir desgranando los dones que la naturaleza y el trabajo del hombre han dado a este rincón del
mundo; las primaveras fecundas, las almunias floridas, los arrozales y acabar
con una cierta deformación de la realidad cuando al Turia llama ancho río, la
Albufera se convierte en albuferas y los rosales se extienden por doquier
conjurando al centauro de amor. ¿Licencia literaria, o es que al bueno de
Antonio, ya viejo y triste, le pareció así?
Da
igual, porque la poesía es libre de interpretar la realidad e incluso de trascenderla, pero hay algo en el poema que nos
recuerda que sí tiene muy presente la realidad, y una realidad terrible. Cuando
dice “feliz quiero cantarte como eras…”. Fijaos, "como eras”. Valencia es una
ciudad en guerra. Era hermosa. Y Machado canta a esa Valencia que era. Desde la
triste y trágica realidad del presente evoca lo que fue y quizá sueña lo que
algún día será…
En este día de marzo con rachas y azul, comparto en el blog este canto de Don Antonio
Machado a Valencia. Creo que es un bonito poema, no muy conocido en nuestra tierra. Pues bien, ahí lo tenéis.
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