FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

lunes, 25 de mayo de 2015

Corría el año 1980, Benasque.

Ese mundo se recoge en mí, más presente que el real, más vivo que la vida misma. Y me llena, y me rodea y me protege.
Estas palabras son el encabezamiento del blog. Tan ciertas como la necesidad que tengo hoy de sumergirme en el mundo mágico de las montañas, tal cual un exiliado que busca un rincón de paz y de sentido allende las fronteras de la tierra que le vio nacer.
Corría el año 1980. Abril. Yo empezaba a hacer montaña en serio y con mi amigo Miguel, me fui a pasar una semana al valle de Benasque.
De Valencia a Lérida en tren con trasbordo en Tarragona. De Lérida a Barbastro en autobús. De Barbastro a Graus otro autobús. Y por fin de Graus a Benasque ya de un tirón. Saliendo a la media noche de Valencia, llegábamos a Benasque hacia las siete de la tarde. Y con la mochila cargada con todo, casi 30 kg.
Cena en el pueblo, noche al raso en las afueras y marcha a Batisielles con las primeras luces, donde acampamos.
Nadie pasó por allí en toda la semana. Éramos dueños de la salvaje belleza de aquel inigualable rincón del Pirineo. El fuego por la noche, el calor acogedor de la tienda, romper el hielo del río para lavarnos la cara por la mañana... Gozamos de cielos azules, de una nevada que nos regaló un día de tienda y hoguera. En las excursiones por la zona, bosques nevados, lagos helados, las imponentes crestas y cumbres de las Tucas de Ixeia, el grandioso Perdiguero, el macizo de la Maladeta
Dos noches, bajamos a tomar un carajillo a Benasque, ¡desde Batisielles! Y luego, vuelta a la tienda a la luz fría de la luna de Pascua. Ahora eso sí, al día siguiente, con las primeras luces, al monte. Éramos jóvenes e insensatos. En una tercera ocasión bajamos a recoger a nuestro amigo Jesús Basilio, que subió unos días después en autobús; cenamos y subida de nuevo a nuestro campamento en el bosque.
Recuerdo que la última noche, antes de regresar, como el autobús salía hacía las 5 de la mañana, dormimos, tras alargar la cena todo lo que pudimos, en el vestíbulo del ayuntamiento, abierto a la plaza.
Cierro los ojos y aún lo veo, lo vivo. Una lluvia densa y mansa caía sobre el pueblo, el valle, las montañas, donde sabíamos que estaría siendo una gran nevada. Arrebujado en mi saco de dormir, sobre el suelo duro, sintiendo la humedad y el frío en la cara, escuchando el rumor monótono del agua sin viento, recordaba los días magníficos pasados en la montaña. Recordaba lo feliz que había sido. Y se agrandaba en mí esa vocación que ha iluminado toda mi vida. Y entonces, igual que ahora, pensaba en volver lo antes posible. Y aún estaba allí.
Sí, éste y mil recuerdos como éste me llenan, me rodean y me protegen…en días como hoy.

Nuestra tienda en Batisielles.
El Perdiguero.
Yo, contemplando el Perdiguero un día de norte.
Las Tucas de Ixeia.
El Perdiguero desde Escarpinosa.
El macizo de la Maladeta.
Macizo de la Maladeta y Vallibierna.
Ibón de Perramó
Pico de Estós.
Tucas de Ixeia.
Descendiendo del pico de Estós las Tucas de Ixeia.
Macizo del Posets.
Valle de Benasque desde el pico de Estos, hacia el sur.
El macizo de Posets.
Picos Clarabide y Gías en el valle de Estós.
Alto valle de Estos, en el sendero de Batisielles al refugio.

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