Evocando los muchos lagos...

Evocando, este día de calor absurdo para un mes de mayo, los muchos lagos que a lo largo de mis andanzas pirenaicas he ido descubriendo.

Las lluvias y los fríos del otoño, han dejado los lagos llenos y quietos. Su tersa y helada superficie quedará ya blanca, tras la primera nevada, allá en octubre o noviembre.

Y es que los lagos, igual que los osos, hibernan.

En un silencio frío y oscuro soportan inmutables los días foscos de ventisca, cuando se levanta la nieve en torbellinos cual si desease perturbar su descanso, o las grandes nevadas quietas que trasfiguran contornos, o el estallido de luz de un día azul sobre la tierra blanca.

El ascenso de la primavera, con la suavidad de quien realmente libera, abrirá sus aguas al sol. El viento rizará de nuevo su superficie, y la luz les entrará a raudales, haciendo olvidar en una fiesta de transparencia y color, que más de la mitad del año el lago duerme helado, oscuro e inmóvil.

Y mientras sea libre, quizá como desquite, será el más fiel compañero de la montaña. Y el pulso mismo de ésta será el suyo.

Los días grises del otoño, como cada año, le anunciarán que de nuevo ha llegado el  momento de recogerse en el frío.

Y el silencio blanco de las montañas caerá sobre el lago.

Ibón bajo de los Batans, en la ruta del Vignemale. Alto Ara.

Estany del Viver en la ruta del Carlit. La Cerdaña.

Estany de Cap de Pòrt, en la ruta del Montardo. Valle de Arán.

Estany de Malniu, en la ruta del Pugpedrós. La Cerdaña.

L´Estanyera, en la ruta del Bassiero. El Pallars.

Ibón de Escalar, en la ruta del pico de los Monjes.Valle de Astún.

Ibón de Lliterola, en la ruta del Perdiguero. Valle de Benasque.

Ibón de Acherito, en la ruta del pico de la Ralla. Valle de Hecho.

Estany Sobirá, en la ruta del Carlit. La Cerdaña.