FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

miércoles, 14 de diciembre de 2016

Rosa y azul. El "digno" combate de la señora Oltra.


Una de las cosas que más me ha irritado siempre de la denominada, más bien autodenominada, izquierda progresista, es su pavorosa superficialidad y su amor por las “posturitas” políticamente correctas. ¡Cuánto daño han hecho y siguen haciendo al verdadero socialismo y al auténtico progreso!
Recientemente me sorprendió la señora Oltra anunciando una especie de cruzada contra el rosa y el azul. Había que erradicar la identificación entre el color rosa y lo femenino, y el azul y lo masculino. Había que acabar con las princesas rosa y los príncipes azules. No sé muy bien por qué, pero parece ser que eso atentaba contra la igualdad entre el hombre y la mujer. Además era un arquetipo sexista que provocaba graves perturbaciones mentales en los niños, ¿y habría que decir también niñas?, lo que luego derivaba en atroces discriminaciones hacia las féminas y otros males semejantes.
¿Qué queréis que os diga? Me pareció el planteamiento tan ridículo, tan pueril, tan de imagen hueca, que me sonrojé. Me dio vergüenza ajena. Me supo mal que, una vez más, dieran carnaza a quienes siguen pensando, aunque sea en su fuero interno, que el lugar de la mujer es la cocina y su actitud, la sumisión. Estas tonterías les dan motivos para reafirmarse en sus erróneos planteamientos y, hablando en plata, descojonarse de ellos, y con razón.
Veo dos errores garrafales en este planteamiento de la señora vicepresidenta. El primero es ignorar la naturaleza y el segundo, quedarse en la corteza del asunto.
Respecto al primero, creo que en ese afán de igualdad, caen en un igualitarismo tan tonto que da risa. El hombre y la mujer son diferentes física y psicológicamente. ¡A Dios gracias! Pero esa diferencia, natural e inevitable, no puede jamás justificar la superioridad de uno sobre el otro. Diferentes pero con igual dignidad, con los mismos derechos.
Esta es la clave. Derechos y dignidad idénticos, pero cada persona con su lugar propio en el continuo entre la masculinidad y la feminidad. Y si en ese continuo, por cuestiones biológicas o culturales, o ambas, las niñas prefieren el rosa y los niños el azul, las niñas las muñecas y los niños los camiones, ¿qué más da? Conozco niños que juegan con muñecas y niñas con balones. Pues muy bien, ¿qué pasa? No son estas cuestiones propias de la vicepresidente de la Generalitat por muy consellera de igualdad y políticas inclusivas que sea.
Sin embargo, y éste es el segundo error, sí es asunto de tan dilecta señora, trabajar discreta pero eficazmente para lograr la igualdad de oportunidades entre el hombre y la mujer en el acceso al mundo laboral y a los cargos de responsabilidad, sin apoyarse en una vergonzosa ley de paridad. Sí es asunto suyo trabajar por la igualdad de salario en el desempeño de la misma tarea. También debe esforzarse por lograr la eliminación del sexismo en la educación, en el deporte, en la publicidad, en el ocio y la fiesta. Es tarea suya la plena conciliación de la maternidad con el trabajo, la lucha contra la violencia en la pareja, tanto psicológica como física y en ambos sentidos, y otras muchas cuestiones necesarias y todavía pendientes. Y nada de esto es superficial.
Pero el que los príncipes sean azules o a motas fucsia y las princesas color de rosa o con guirnaldas caqui, no creo que sea cuestión de importancia, ni siquiera que esté en la base de futuros comportamientos no deseables. Es una “posturita” más, es andarse por las ramas, es coger el rábano por las hojas.
Es, creo humildemente, hacer un flaco servicio a la seria, urgente y necesaria lucha por la plena dignidad de la mujer y por su absoluta igualdad con el hombre, asumiendo, eso sí, las naturales y hermosas diferencias entre unas y otros.

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