Hemos
asistido hoy, en el auditori, a un acto de agradecimiento a los donantes de sangre.
Isabel lo fue durante muchos años. Convocaban el Centro de Transfusión de la
Comunidad Valenciana y el Ayuntamiento de Ribarroja del Turia.
Este
inesperado y merecido homenaje a quienes con su tiempo y con su sangre, ni más
ni menos, han dado vida a otros, es un reconocimiento a la solidaridad, no ya
con los conocidos y próximos, sino con cualquiera que pueda necesitar algo tan esencial
para seguir viviendo, sea quien sea. A la solidaridad entre las personas, pero una solidaridad
sin más criterio que el del hecho de ser personas.
Y esto
es de agradecer.
El acto, sencillo y elegante, me
ha llevado a reflexionar sobre algo tan importante como la gratitud. Ese
sentimiento que se debería traducir en palabras o hechos, y que reconoce la entrega
del otro y la importancia que esa entrega ha tenido en mi vida.
Muchas
veces ni pensamos en que mucho de lo que tenemos y disfrutamos se lo debemos a
otros. Otras sí lo pensamos, pero ahí se queda, en un sentimiento personal, en
algo íntimo.
Hasta
aquí es lo más normal.
Pero a
veces damos un paso más y agradecemos de palabra, que ya es. Y otras vamos más
allá y hacemos algo para manifestar ese agradecimiento. Hacer algo, lo que sea, como el acto de hoy, por ejemplo.
Esta
es la cima de la montaña a la que podríamos llamar gratitud.
Y
sería bueno que no nos quedáramos en el valle de no caer ni siquiera en la
cuenta de lo que tengo que agradecer y a quién tengo que agradecérselo. Triste
ceguera esta. Sería bueno que trepáramos hasta la cima, lo cual implica esfuerzo,
como cualquier ascensión.
Porque
para agradecer hay que reconocer lo bueno del otro, que como todos, tendrá sus
luces y sus sombras. Y hay que hacer también un ejercicio de humildad, porque al
agradecer, de algún modo, me inclino ante aquel al que agradezco.
Como
en Minas Tirith, cuando el Rey y la Reina, con todo el pueblo, se arrodillan
ante Frodo y sus amigos. Magnífica y emotiva secuencia de lo que es el
agradecimiento.
Pues
eso, esta es mi reflexión tras el acto en el que han agradecido a Isabel y a
mucha gente más, el hermoso gesto de donar sangre.
Trepemos
a la montaña de la gratitud. Tiene un maravilloso panorama. El Centro de
Transfusión y el Ayuntamiento han subido hoy. Gracias.
Y donemos sangre.
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