FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

martes, 21 de marzo de 2023

El caimán de las montañas.

Recorrimos recientemente un itinerario de carretera, la A-1702, llamado Ruta del silencio, situado en la provincia de Teruel, de 63 kilómetros, entre el puerto de Cuarto Pelado y la Venta La Pintada, cerca de Gargallo. Los paisajes son espectaculares. Hay que ir despacio, disfrutando de un entorno increíble y parando a contemplarlo siempre que se pueda.

En el kilómetro 50 de la ruta hay una zona dedicada al Caimán de las montañas. Era este el nombre con el que se conocía al autobús que hacía el trayecto entre Alcorisa y Cantavieja, y que pasaba por la citada ruta.

En un panel informativo, poco después de empezar el recorrido, cuenta la historia del asalto a este autobús en el año 1948, y lo cuenta de un modo imparcial, sin esos tendenciosos juicios de valor a los que ahora nos tienen acostumbrados y que curiosamente sí están en la página web de la ruta. ¡Qué le vamos a hacer!

Dice así la historia.

Era el 17 de febrero de 1948. El coche de línea entre Alcorisa y Cantavieja circulaba por la carretera de Villarluengo y a la altura del kilómetro 20, en una revuelta del Barranco de los Degollados, tuvo que detenerse al encontrarse con un pino cruzado en la vía que impedía su paso. La pareja de la Guardia Civil que escoltaba el autobús camuflada entre los pasajeros, intentó repeler el asalto de los guerrilleros, resultando ambos heridos. Tras desvalijar al personal prendieron fuego al vehículo.

Y entonces, parece ser que por casualidad, apareció Antonio Pérez Escorihuela con el practicante del pueblo, en su coche particular. Era este hombre teniente alcalde de Villarluengo y dueño de numerosas fincas.

Identificado por los asaltantes fue retenido, llevándoselo después al monte donde le dispararon varios tiros dejándole abandonado pensando que estaba muerto, tras haberle dado el tiro de gracia. La situación en que se encontró este hombre fue terrible puesto que estaba gravemente herido, sin visión, al haberle afectado un ojo aquel último disparo, y a la intemperie, en plena noche y en invierno.

 Estuvo deambulando, desorientado, por el monte hasta que fue hallado por una patrulla que estaba siguiendo la pista de los guerrilleros. Lo reconocieron y así pudieron llevarlo al pueblo realizándole allí las primeras curas de urgencia para ser trasladado posteriormente a Zaragoza, donde estuvo ingresado en un hospital durante un tiempo, salvando la vida aunque perdiendo un ojo.

Historias terribles como estas hubo miles en aquellos años, antes, durante y después de la guerra. ¿Quiénes somos nosotros ahora para juzgar y sentenciar tanto a unos como a otros?

Esta línea sigue funcionando, todos los días de lunes a viernes, y la sigue realizando un autobús de la empresa Altaba, llamado todavía “El Caimán”.









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