Hablaba
ayer de las bombas incendiarias que tenemos diseminadas a lo largo de nuestros
montes y caminos. Voy a concretarlo, pues creo que es importante tener
conciencia de ello y más en los tiempos que corren.
Me
refiero, no a toda la basura que esos cerdos que viven entre nosotros como si
tal cosa echan en el monte, en el pueblo y donde se les ocurre, sino a dos
tipos muy concretos de basura que son los peligrosos de cara al verano.
El
vidrio, normalmente en forma de botella, no siempre, y las latas. De formas
distintas pueden provocar un incendio de consecuencias catastróficas para
nuestro entorno natural más próximo.
Las
botellas y el vidrio, por ampliar la fuerza de los rayos solares actuando como
una lupa. Un día de verano, con poniente y temperaturas disparadas es muy fácil
que empiecen un fuego, habida cuenta de que están sobre todo en los bordes de
los caminos o no lejos de ellos, donde hay en estos meses hierba muy seca.
Los
botes de un modo diferente pueden provocarlo también. Sol, calor canicular y
viento seco y caliente, elevan la temperatura del bote de tal modo que si lo
tratamos de coger nos quemará la mano. Esos botes, sobre hierba seca, y es
donde suelen estar, con la incidencia de un viento tórrido y seco, puede
provocar la combustión espontánea de la hierba que esté en contacto con él.
Bien.
Pues como dije ayer, todos los caminos y sus proximidades del término municipal
y de los colindantes están llenos de botes y botellas, además de otras basuras
que al menos no pueden provocar incendios.
Y el
verano, no nos engañemos con este inicio suave, será duro, muy duro. Y habrá
días de poniente y temperaturas absurdas. Y en cualquier momento puede
desencadenarse la tragedia.
No
está en nuestras manos ese imbécil descerebrado que tira la colilla encendida,
o el gilipollas que monta la barbacoíta en su caseta sin precauciones, o el que
se pone con la motosierra o la radial a hacer de leñador o de manitas donde no
debe, un día de agosto. Tampoco las tormentas secas.
Pero
sí esta otra posible y más que probable causa. Al menos evitemos lo que sí
podemos evitar. Y eso es un trabajo de los ayuntamientos. No basta con declarar
paraje natural una zona, o poner postecitos con indicaciones de rutas y
lugares, cosas que están muy bien. Hay además que cuidar de verdad el entorno,
limpiarlo y mantenerlo limpio es esencial; porque desgraciadamente seguirán
ensuciándolo.
Es tan
sencillo como enviar una camioneta con algunos operarios a recorrer todos los
caminos limpiando los bordes y las zonas próximas utilizadas a menudo como
vertederos. Varias veces al año, sobre todo antes del verano. Y podían empezar
por esa explanadita que queda a la derecha del camino de Cheste cuando gira a
la izquierda tras el collado. Es una “porcatera” y además, recientemente
alguien, que prefiero no calificar, ha tirado sobre la hierba seca unos
cristales enormes.
Esta
incomprensible y peligrosa guarrada, teniendo a un tiro de piedra el ecoparque, encabeza esta entrada.
Yo ya
lo he dicho públicamente. No sé qué más puedo hacer por estos montes nuestros
que son una auténtica joyita natural, rica en vida vegetal y animal, y que el
día que los quemen, ojalá nunca pase, no serán ni siquiera noticia porque
después de todo no son más que unas pocas hectáreas.
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