Caminar
por las ramblas, fuera de sendero, en esta época del año es todo un
espectáculo, pues a las curiosas formaciones rocosas creadas a lo largo de
milenios por el agua, a las playas de grava, a los pinares que suelen
envolverlas se une la floración de las adelfas también conocidas en castellano
y valenciano como baladre.
Es una
planta tóxica, resistente a violentas inundaciones y a la sequía a la que controla creciendo en cursos
intermitentes de agua. Llama la atención por el contraste entre el suelo rocoso
o arenoso y seco, y sus verdes hojas y espléndida floración .También la vemos en autopistas y
jardines dando una rotunda y llamativa nota de color.
Pero a
mí, donde más me gusta verlas es en esas ramblas perdidas por el monte, sin
caminos, por las que no pasa nadie, pues el avance es incómodo y a menudo con
breves trepadas o destrepadas. Son auténticos jardines de roca y flores entre
los pinares.
Un
problema de estos ecosistemas es la basura, ya que mucha gente, desde siempre,
las “ha confundido” con vertederos. Y siguen haciéndolo. Escombros, neveras,
televisores, sofás, sillas, ruedas…, pueden aparecer de repente, tras una roca
o un recodo, recordándonos la gran cantidad de cerdos que habitan entre
nosotros.
El
otro problema son los vehículos todo terreno, con o sin motor, que las utilizan
como circuito haciendo un daño considerable tanto a la fauna y la flora, como
al suelo.
En
fin, es lo que tenemos.
A
continuación comparto unas cuantas fotos de adelfas hechas hoy mismo, cuando el
calor aún no apretaba y el aroma del
monte tras la tormenta de esta noche era una delicia. Las cuatro primeras, con
la rambla en sombra, aún retenían agua; luego, al avanzar la mañana parecía que
lo que retenían era la luz.
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