FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Me ha hablado un cacahuete.


Almorzando esta mañana, me ha llamado la atención un humilde plato de cacahuetes que acompañaba a unas croquetas de jamón y un vaso de vino tinto. Había algo en ese plato que me interpelaba. Lo contemplaba absorto cuando, de repente, de entre todos los cacahuetes uno me ha hablado. Sí, me ha hablado un cacahuete y me ha dicho, “tú que puedes, habla por mí”,”sabes por qué, ¿no?”. Y lo voy a hacer, sí señor, voy a hablar y a escribir en nombre del cacahuete negro, ya que el pobre no puede hacerlo; no es más que un cacahuete.
 Hablo en nombre del cacahuete diferente. Hablo en nombre de la mujer diferente, del hombre diferente, del niño diferente. Hablo en nombre del que piensa diferente, del que ama diferente, del que siente diferente, del que vive diferente. Hablo en nombre del que no le gusta lo que a todos, del inclasificable, del que nada contra corriente, del que actúa según su propia conciencia, del raro, del “friki”.
 Hablo en nombre de los que a causa de ser el cacahuete negro, y por fidelidad a sí mismos, pagan el alto precio de la soledad. De no poder reposar nunca envueltos en el calor confortable de los normales.
 Y hablo también en nombre de los cacahuetes negros que acaban negándose a sí mismos, ocultando, transformando su auténtico color, con tal de vivir en ese calorcillo cotidiano en el que viven la mayoría de los cacahuetes. Pero saben que en el fondo, en el fondo, están solos.
 Pero también hay cacahuetes blanquitos, o sea color cacahuete, que respetan y acogen a los diferentes, a los negros, a los con rabo (hay cacahuetes con rabo), a los de corteza rota. A esos normales capaces de acoger, de apoyar, de entender, de dar calor al diferente, gracias. Muchas gracias en nombre del cacahuete negro. Y ¡ojo!, esto no es misericordia, es justicia.
 Y luego de hablar con él, me lo he comido. Estaba orgulloso de que me lo fuera a comer. Feliz de que lo tratara como a cualquiera de los que estaban en el plato. ¿Y sabéis lo que os digo? Que estaba muy bueno.

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