FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

martes, 28 de octubre de 2014

El Cervino, 150 años de su conquista.

Clásica imagen del Cervino. A la izquierda el Hirli. Al frente la arista de la conquista.

El 14 de julio de 1865, a la una cuarenta de la tarde, el inglés Edward Whymper, acompañado del guía Michel Croz y cinco personas más, alcanzaron el Cervino, de 4478 metros, una de las montañas más bellas de la tierra.
Este año comienzan las celebraciones que culminarán el verano que viene, el día en que se cumpla el 150 aniversario de la conquista.
Yo no la he subido, ¡ojalá! pero sí he ido a verla varias veces, he acampado a sus pies durante días y he ascendido a algunas de las cumbres que la rodean, sin saciarme nunca de contemplarla. Realmente es abrumadoramente hermosa vista desde el pueblo Zermatt, o desde el humilde Hirli de 2889 metros, o desde los 4164 del Breithorn.
La he visto envuelta en la tormenta, iluminada por el sol de la mañana y de la tarde, recortada contra un cielo azul intenso o iluminada por la luna, elevar su masa altiva y elegante hacia las estrellas.
En uno de los viajes que hicimos por los Alpes, visitamos Isabel, unos buenos amigos y yo, el museo que en Zermatt tiene la montaña. Dos amabilísimos abueletes, cuidadores de todo lo allí atesorado, nos enseñaron el recoleto museo, y en inglés-italiano-francés nos contaron lo acontecido en su montaña. Nosotros ya lo conocíamos, pero escuchado allí, a su sombra, y rodeados de fotos y objetos de aquella epopeya, la historia tuvo un sabor inolvidable.
Os la voy a contar.
Durante varios años la intentaron conquistar dieciséis veces por la vertiente italiana. Todas estas tentativas estuvieron metódicamente planificadas pero todas acabaron en fracaso.
Dos eran los pretendientes, el inglés Edward Whymper y el italiano Jean Antoine Carrel. Juntos la habían intentado varias veces, pero aquel 14 de julio, por los juegos del azar, el inglés la intentó por la vertiente suiza por primera vez y el italiano por la de su valle una vez más. Y ese día, ambos hubieran llegado, porque cuando los de Whymper gritan eufóricos desde la cima, Carrel está a menos de 200 metros de ella. Abatido porque se le han adelantado, regresa al valle. Tres días después volverá y hará cumbre por la vertiente italiana, la suya, considerablemente más difícil que la suiza.
Carrel volverá 53 veces a su montaña y morirá a los pies de ella, tras salvar a su cordada. Whymper tres, una de ellas con Carrel, sellando así la reconciliación entre ellos, en la montaña que tanto amaron.
Pero el Cervino se cobró un alto precio por su conquista. En el descenso iban todos encordados juntos, ¡siete! En un paso, muy altos todavía, el segundo resbaló, cayo sobre el guía Croz y ambos se precipitaron al abismo. Los dos siguientes fueron arrancados de sus presas y lanzados al vacío partiéndose la cuerda que los unía a Whymper y a los dos restantes que, sobrecogidos, vieron perderse en el inmenso vacío de la cara norte a sus compañeros. Una caída de más de mil metros. La vuelta al valle de los tres supervivientes, llevando consigo tan gran y terrible noticia, debió ser una experiencia violentamente contradictoria. El Cervino ya no era virgen, pero a qué precio.
Sí, realmente la historia de la conquista del Cervino tiene el sabor de una epopeya mítica. Dos hombres, una montaña, rivalidad y encuentro, gloria y tragedia. Es toda una experiencia ver cara a cara al Matterhorn, así se llama en alemán, y contar estas historias, frente a sus paredes altísimas atravesadas frecuentemente por avalanchas, sus aristas afiladas, su cumbre, a menudo envuelta en nubes…

Hablaremos más del Cervino. Por hoy basta. Pero si habéis llegado a leer hasta aquí, no os perdáis las fotos que he sacado de Internet, no son mías. Mis fotos del Cervino son diapositivas que aún no hemos digitalizado. En ello estamos. Cuando las tenga ya las compartiré. Bien lo merecen.
Vertiente italiana del Cervino.
La arista de Hornli, en la vertiente suiza, iluminada, evocando la vía de ascensión.
Espectacular imagen de la montaña iluminada. 
Jean Antoine Carrell
Edward Whymper.

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