FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

miércoles, 22 de octubre de 2014

Mi buen don Pedro, ¡no me decepcione!


Mi buen don Pedro, ayer hacer cien días que usted ser Secretario General de su partido y yo hoy tener que decir que mí no comprenderle bien. Mí estar alucinado y un poquito asustado. Mi ser rostro pálido que flipar en colores, don Pedro.
¿Por qué pasarle esto a mí? Pues porque mí tener la esperanza de que usted, amigo don Pedro, como nuevo secretario general del PSOE aportaría ese toque de sentido común, de prudencia, de flexibilidad, de estrategia política que un señor líder de la oposición debe tener si realmente quiere llevar a su partido al gobierno de un país que, además, visto lo visto, tiende a su autodestrucción.
Y la esperanza se me está esfumando. ¡Qué fuerte!, como dicen ahora. Don Pedro, me está usted dejando “chafao”. Y al principio me ilusionó, fíjese.
Le voy a comentar tres de sus lindezas que no entiendo. La primera es que, hace ya algún tiempo, me sorprendió acusando a don Mariano de que su interés por cambiar la ley electoral era puramente electoralista, valga la redundancia. ¡Pues claro! ¿Quién lo duda? Exactamente el mismo interés electoralista que tiene usted en que no cambie, porque tal y como están las cosas es bastante probable que en este momento obtenga usted más ayuntamientos que don Mariano aunque obtenga menos votos que él. El problema es que no es cuestión de ganar o no, sino de que las leyes electorales sean cada vez más democráticas gane quien gane en la próxima cita con las urnas. Lleve usted cuidado, que quien más y quien menos no es tonto y hay afirmaciones que le dejan en ridículo por obvias y además por volverse contra usted mismo.
Después, por ejemplo, cuando en un pueblo, Tordesillas, se lían a pedradas antitaurinos contra protaurinos, en vez de censurar sin paliativos semejante forma de resolver las diferencias y no entrar en ese momento en el tema de fondo, no tocaba, nos sale hablando de erradicar a golpe de decreto tradiciones muy arraigadas en una parte importante de nuestra sociedad. No señor, no. Estas tradiciones, como todas las que no atenten contra la dignidad de las personas, que haberlas haylas, se cambian con concienciación, educación, respeto a todas las sensibilidades, paciencia… Y la violencia se condena siempre, siempre. Lleve usted cuidado que la palabra erradicar, en política, tiene ciertas connotaciones cuanto menos inquietantes.
Y finalmente, el otro día, nos sale diciendo que sobra el Ministerio de Defensa. ¡Ojala fuera de verdad así! Como si estuviéramos en un mundo de cuento de hadas. ¡Qué insensata e inoportuna afirmación, aunque luego la “matizara”! No es momento de jugar con eso cuando fuera de nuestras fronteras pasan cosas serias, como la Guerra Santa que está en marcha y mira a la península como parte de un futuro califato y cuando dentro también están pasando cosas que están poniendo muy nerviosa a mucha gente que también existe, que está ahí, aunque se les oiga poco o nada, porque no son hoy políticamente correctos. No, no es momento de mentar estas cosas señor mío. Lleve usted cuidado y sea consciente del momento histórico en que vivimos, que no es fácil.
Aún podría seguir don Pedro con más ocurrencias y actitudes suyas, por ejemplo las mostradas a propósito de la crisis del ébola, que no entiendo y no me gustan.
Señor don Pedro, de verdad le acogí sin prejuicios, pero ¿qué está haciendo?, ¿qué asesores tiene?, ¿quiere ocupar el sitio que los de Podemos pueden arrebatarle a base de decir… tonterías?
De verdad, qué miedo me da lo que usted está haciendo y cómo me está decepcionando. Cierto es, mi buen don Pedro, que también ha dicho cosas ciertas y sensatas, también, pero hombre ¿cómo me las adereza con estas sandeces tan inoportunas como peligrosas?
Déjese de ocurrencias, de andarse por las ramas y de basar la identidad de su partido en una oposición sistemática, ciega y a menudo patética y recupere el alma del socialismo que no es más que una gestión económica que posibilite una sociedad libre donde haya un reparto de la riqueza justo y equilibrado. Es en la economía, en la justicia social y en un exquisito respeto a la libertad de todos, incluso de los que no piensan como usted, donde debe apretar fuerte. Éstos han de ser sus caballos de batalla.
En ese camino nos encontraría a muchos.

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